1. Me cogió, en casa, el esposo de mi empleada doméstica


    Fecha: 15/09/2024, Categorías: Infidelidad Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos

    ... Sabía que me cobraba más, y que sus descuentos eran una farsa, pero siempre me daba verduras de primera calidad y con eso se compensaba todo.
    
    Una mañana que estaba comprando, me encontraba muy caliente. Tenía demasiadas ganas de ser cogida. Esos días en los que uno se pone loca y solo tiene dos opciones, o se masturba o encuentra con quien acostarse. En mi mente daba vueltas Martín, con sus labios carnosos y su pene que de según mis fantasías era enorme, por ser de ascendencia negra.
    
    Compré las cosas y, como quien no quiere la cosa, le pregunté si podía cuidármelas en su puesto pues debía ir a hacer otras compras. Estaba segura, con ese instinto femenino que a veces no nos falla, que él se ofrecería a llevarlas al departamento. No me equivoqué. Me dijo que, si deseaba, me las llevaba al departamento donde vivía. Que le indique la hora y él las llevaría. Eran poco más de las 10.30 am. Le pregunté si podría llevarlas a medio día. Aceptó.
    
    No tenía nada que hacer, di un par de vueltas por el supermercado cerca y volví a casa. La calentura me estaba matando. Necesitaba tener una verga dentro. Imaginar la de Martín me estaba torturando.
    
    Me duche. Me puse un vestidito de casa, de color turquesa. El más translucido y corto que encontré. Me aseguré de colocarme una tanga negra, que contrastaba mucho con el vestidito, para que él se diera cuenta de que llevaba dentro.
    
    Tocó el intercomunicador. Le pedí que subiera. Lo esperé en la puerta. Cuando llegó le pedí si “por ...
    ... favor podría llevar las verduras a la cocina”. Me aseguré de caminar delante suyo. No había forma que deje de mirar mis nalgas al caminar detrás mío.
    
    En la cocina, Luis dejó las cosas sobre la mesa. Le miré la entrepierna y me di cuenta que estaba empezando una erección. Lo vi sudar. En ese momento había que dar el paso. Me la jugué.
    
    Cogí una de las zanahorias que había traído y “torpemente” se me cayó. Antes que él reaccione, me incliné noventa grados a recogerla. Sentí como mi vestido se subió y quedé con las nalgas al aire, solo cubiertas con la tanga. Me tomé un par de segundos en el recojo de la zanahoria hasta que sentí sus manos coger mis nalgas.
    
    Me las agarró con fuerza y me dijo “usted es una perra señora y quiere que me la cache”. Uso el “cachar” que usamos en Perú. Me excité tanto que le respondí con un simple “si”.
    
    Me levantó, me cargó y me llevó a la sala de estar donde había estado viendo tv la vez anterior que estuvo en casa. Me acomodó en 4 patas sobre el sofá. No podía mirar lo que él hacía, pero era obvio se estaba desabrochando el pantalón mientras decía “que culo blanco señora” eso me ponía más caliente aún.
    
    Separó un poco mis piernas. Puso la tanga de lado y sin ninguna estimulación me penetró. Sentí como su verga entraba y seguía entrando. Era enorme. Sin verla la sentí. Seguía diciéndome “que señora tan puta es” y yo solo gemía y respondía que sí. Que lo era, que era puta.
    
    Sin preguntarme ni hacer nada previo, me metió un dedo en el culo. ...