1. El mago oscuro y la princesa prisionera


    Fecha: 25/09/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos

    El otoño es mi segunda estación del año favorita, siguiendo muy de cerca al invierno. Me encanta sentarme al sol a leer, a escribir, o a simplemente hacer un poco más llevadera la existencia. Por suerte, la ciudad de Buenos Aires tiene una infinidad de espacios en los que relajarse y dejar que el tiempo pase.
    
    Ayer no tenía ganas de andar demasiado, así que opté por un lugar al que pudiese llegar caminando y que, al mismo tiempo, no fuese tan popular, como para evitar la aglomeración. Así que caminé tres cuadras y llegué a Plaza Armenia. Lugar lindo, no tan verde, con una concurrencia media. Avancé por los corredores observando cada sitio tan conocido, hasta que elegí sentarme en esos antiguos y no muy cómodos bancos verdes. Saqué algunas hojas que había impreso y me dispuse a leer. Se me está haciendo una buena costumbre eso de leer mis propios relatos en espacios públicos.
    
    Llevaba media hora en eso, hasta que una ráfaga de viento pasó por donde estaba haciéndome volar varias hojas. Desesperada, me dispuse a recogerlas. En eso estaba cuando noté que alguien se me acerca con algunas de ellas entre sus manos. No solo las sostenía, sino que las ojeaba con curiosidad.
    
    ─ ¿Estas también son tuyas? ─preguntó un joven con curiosidad.
    
    Era un muchacho alto, de cuerpo tonificado, ataviado con remera de San Lorenzo y short deportivo sin marcas. Sintiendo como el rojo invadía mi rostro, le quité de un manotazo las hojas.
    
    ─Sí, si, gracias.
    
    Se quedó mirándome en silencio ...
    ... por unos instantes, mientras yo hacía todo lo posible por no mirarlo y por esfumarme.
    
    ─Orgía extrasensorial en un cementerio… raro ─comentó.
    
    ─No es nada importante.
    
    ─Pero es algo.
    
    ─¿Qué quiere decir eso? ─pregunté confundida.
    
    ─¿Vos lo escribiste?
    
    ─Sí, ¿por qué?
    
    ─¿Es porno?
    
    El interrogatorio no me estaba gustando. Me sentía incómoda, como si me hubiesen descubierto haciendo algo malo.
    
    ─Es lo que es ─respondí ofuscada.
    
    De repente, tomó las hojas que tenía entre mis manos y se dirigió hacia el banco en el que yo había estado sentada. Lo seguí.
    
    ─Dame eso.
    
    Se sentó y empezó a pasar las hojas leyendo los títulos en voz alta.
    
    ─Masajes con final para nada feliz parte tres, la chica de los relatos aparece en tu casa, historias de sexo en lugares poco convencionales… ¿qué serían lugares poco convencionales? ¿Un cementerio?
    
    ─Tu cama. Dame eso.
    
    Respondí estirando ambas manos. Él sonrío. A pesar del nerviosismo, pude notar que su sonrisa era hermosa.
    
    ─Buen golpe. Yo también escribo. No cosas así, pero bueno. A veces las historias caen un poco en estos lugares.
    
    Lo miré con desconfianza y muy lentamente me senté en el otro extremo del banco. Me contó que escribía cuentos policiales y que desde hacía un par de años trabajaba en una novela policial. Le conté que era profe de letras y que trabajaba para un par de editoriales. A pesar de que pretendí llevar la charla para algo más profesional, él insistió en saber cómo era que escribía relatos ...
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