1. Turista


    Fecha: 30/09/2024, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    Hay situaciones en los trabajos que pueden llegar a ser tremendamente morbosas. Desde hace muchos años trabajo en una agencia inmobiliaria donde, llegado el verano, nos dedicamos al alquiler vacacional. Como imaginaran he vivido multitud de situaciones de todo tipo y no necesariamente con connotaciones sexuales. He de decir que me gusta el trato con el público aunque haya clientes con un comportamiento bastante desagradable.
    
    Durante la segunda quincena de junio, el mes más flojo de todo el verano, recibimos a una familia que desde el principio supe que serían un dolor de cabeza. Desde la recepción ya se mostraron bastante quejosos. Supongo que proyectaban contra mi empresa sus propias frustraciones personales. Y es que la familia la componían; Ernesto, un cuarentón manipulado por las mujeres de su vida, su madre y su mujer, Marisa, la esposa del hombre, cabreada por tener que pasar sus únicos quince días de vacaciones junto a su suegra, Amalia, una septuagenaria cuyo único afán en la vida parecía fastidiar a su nuera y Asier un preadolescente que se evadía del mundo tras unos cascos Appel sin levantar la cabeza de su móvil de 1.200 €.
    
    Con este panorama, el hombre comenzó a relatar la serie de exigencias que su madre le ordenaba (¿los colches estarán limpios, y la casa también? ¿el calentador tiene que ser de butano, no hay gas ciudad?). Mientras tanto, su mujer, negaba con la cabeza viendo al pelele de su marido repetir como un papagayo lo que le dictaba su madre. Ahí ...
    ... se produjo lo que entendí no era el primer encontronazo entre aquellas dos mujeres. La tensión familiar por tanto, iría en aumento a medida que pasaran los días.
    
    Y estos fueron pasando con llamadas a la oficina para solucionar mil y una cosas sin importancia, llaves que no aparentemente no abrían, lámparas que no encendían. Tuve que ir varias veces por la casa para comprobar que las llaves solo necesitaban un poco más de delicadeza y la lámpara ser enchufada. Por supuesto, cada vez que llegué estaban discutiendo haciendo de mi presencia allí un rato bastante embarazoso.
    
    Marisa, era una de esas mujeres de aspecto serio, casi amargado, viviendo en un constante enfado. No tenía mal cuerpo para sus 42 años y no era fea pero su ceño fruncido le daba un talante desagradable. En la casa se movía con una camiseta ancha justo por debajo de los glúteos y mostrando unas piernas bonitas bien torneadas. Bajo la camiseta se le adivinaban unas tetas de considerable tamaño siempre libres. Como digo el conjunto era bastante llamativo pero su cara de mala hostia echaba para atrás.
    
    Una semana antes de marcharse nos volvieron a llamar por algo que le sucedía al calentador. Encontré un hueco sobre las 12 del mediodía y me acerqué por la vivienda. Al llegar a su puerta se oían gritos justo antes de que se abriera. En fila india salían, Asier, con sus cascos y su móvil pasando olímpicamente de todo, Amalia la abuela con una extraña expresión a medio camino entre la sonrisa maléfica y la ...
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