La amiga de mi hermana
Fecha: 08/10/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Estamos a final de los años 80, yo acabo de cumplir de 18 años, juego en un equipo semiprofesional de volley y hace un par de meses que he empezado a salir con Vanessa, uno de esos mitos sexuales de instituto. Ella es una preciosidad. Una tía con una estética de las top modelos de la época. Alta, rubia de ojos verdes, labios carnosos y unas tetas que eran la envidia de ellas y el sueño más húmedo de ellos. Vane tenía 3 años más que yo y tú e la suerte de que se encaprichada de mi. Y es que nunca le faltaron tíos mayores que yo para follar. Se decía que siendo una adolescente había estado liada con un casado de 30 años. Cómo ven todo era muy del estilo de aquellas maravillosas décadas 80/90.
En mi situación, estaba que no me lo creía. Yo, saliendo con una tía mayor y cuerpo de modelo. Una Claudia Schiffer a la que le iban los jovencitos. ¿Qué más podía pedir? Me pegaba todo el día empalmado. Fóllabamos todos los días que podíamos como putos animales. Por esos años yo estaba bastante bien. Era (soy) muy alto y el volley estaba con ella do un buen cuerpo. Piernas fuertes, abdomen definido, brazos marcados, y además calzaba bastante bien. Éramos una pareja muy popular.
Estábamos estudiando y, los fines de semana, trabajamos en bares de copas. Yo poniéndolas y Vane de go-go en una disco. Al final de la noche nos veíamos, nos metíamos en su coche y acabamos en el parking de un centro comercial follando. Me encantaba cuando empezábamos enrollando en los asientos delanteros ...
... para luego pasarnos atrás. Vane se sentaba a horcajadas sobre mi. Nos comíamos la boca mientras íbamos desnudarnos mutuamente. Sus tetas eran dos maravillas de la naturaleza. Estoy por asegurar que eran las tetas mas perfectas de la humanidad. Grandes, redondas, muy bien puestas. Con una aureola totalmente redonda de tamaño medio y color marrón muy claro. En el centro un pezón grueso apuntando al cielo. Podía llevarme todo el tiempo del mundo comiéndome los. Succionandololos. Tirando de ellos con los dientes mientras con la mano le acariciaba la otra teta.
A Vane le encantaba que le comiera las tetas. Gemía de placer agarrándome la nuca y moviendo su cadera para frotar su coño por el bulto que se marcaba en mi pantalón. En más de una ocasión la humedad de su sexo acabó mojando más que sus braguitas negras de encajes. Llegaba un momento en que se disparaba. Me quitaba la camiseta y se la zaba a morderme el cuello, el pecho. Yo le levantaba la faldita y le agarraba las nalgas.
Como una fiera sexual me abría el pantalón para liberar mi polla, después se echaba un poco hacia atrás, se retiraba las braguitas a un lado y colocando sus dedos, anular y corazón en V, se separaba los labios vaginales para ver como mi polla se le iba incrustando. Según la estética de la época, Vane tenía una frondosa mata de pelos en el coño. Me encantaba ver como mi rabo se iba adentrando en aquel conejo peludo y tragón:
-Dios....qué pollón tienes cabrón...
No podía evitar darle un golpe de ...