Trío con el esposo de mi doméstica y un amigo
Fecha: 13/10/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos
Luego que Martín, el esposo de mi empleada doméstica me cogiera en el departamento, me quedé con muchas ganas de seguir entregándome a él. Me daba mucho morbo que el esposo de mi doméstica me cogiera. Serle infiel a mi esposo y serle desleal a mi doméstica me hacía sentir muy puta. Tres o cuatro veces más, Martín vino al departamento para cogerme. Le hacía un pedido de verduras y aprovechaba el delivery para nuestros encuentros. Todas esas veces las pasamos muy bien.
La última vez. Tras más de una hora de orgasmos continuos. Quedé exhausta sobre la cama. De pronto Martín empezó a hablarme con el respeto que me tenía, incluso cuando cogíamos. Me dijo “señora Marta, tengo una idea, pero no deseo que usted se incomode”. Escucharlo decir eso me hizo saber que era alguna fantasía sexual, seguro subida de tono, y que la tenía muy pensada pero que se había guardado para decírmela.
Le dije que hablara nomás. Que lo escuchaba. Me dijo directamente “mi amigo el Juan, sabe que yo me acuesto con usted. Le he dicho que sería rico hacerlo los tres”.
Me quede en silencio por varios segundos. Él también. Se me ocurrió preguntarle si hacía eso con su esposa. Me respondió, algo molesto, “como cree que voy a hacer esas cosas con mi esposa. Nosotros no somos así señora Marta”.
Ella no era así. Era su santa esposa. Pero yo si lo era. Le pregunté como era su amigo Juan y me respondió “es así como yo señora Marta”. No lo pensé mucho y acepté. Le dije que la siguiente vez que viniera a ...
... dejar las verduras, lo trajera.
Había tenido algunos tríos siendo soltera, pero nunca de casada. Me excitaba imaginar uno en casa, con el esposo de mi doméstica, que vendía verduras en el mercado y un amigo de él, que supuse también trabajaba en el mercado.
Llegó el día. No quise mucho preámbulo. Ya estaba demasiado caliente desde que desperté. Esperé a Martín y su amigo Juan sólo en un coqueto baby doll.
Cuando finalmente tocaron la puerta yo ya me estaba tocando, muriendo de ganas. Abrí y vi a los dos amigos. Martín no me había mentido, Juan era muy pero muy parecido a él. El mismo color piel muy cobrizo, la misma textura cuadrada. Ambos casi del mismo tamaño, sólo un par de centímetros más altos que yo, lo que definitivamente los hacía hombres bajos. Pero lo más sorprendente, ambos, nunca supe si coordinado o porque la moda era similar para ellos, con el mismo estilo de jean y el polo del mismo color. Los hice pasar.
Martín dejó las verduras en la cocina, que al final, esa era la excusa para sus visitas. A pesar de mi calentura los tres estábamos nerviosos y nada fluía. Tras unos instantes de un frustrante silencio les dije “¿vienen al cuarto conmigo?”
Me siguieron ambos. Me di cuenta que era la primera vez que ambos hacían algo así. Había supuesto era algo que solían hacer, pero claramente encontraron en mi a la patrona dispuesta a todo. Y si lo estaba.
Me excitó poder controlar la situación. Tenía experiencia, ya algo lejana en el tiempo, pero la tenía. ...