1. Ten cuidado con lo que deseas: Afrodisíacos


    Fecha: 26/10/2018, Categorías: Microrelatos, Autor: Crusnik, Fuente: CuentoRelatos

    La vida de Pedro era perfecta junto con su esposa e hijo de 18 años en un pequeño departamento en la ciudad. Desde afuera parecían una familia normal, pero Pedro pensaba que su esposa era frígida al ver al coito como un acto plenamente reproductivo.
    
    Beatriz es una mujer proporcionada 42 años, tez clara, estatura pequeña, culo redondo con tetas grandes. Aunque de vestimenta recatada.
    
    Le comentó la frigidez a su madre, quien le consiguió de la selva amazónica unas bebidas llamadas puzanga y yombina con instrucciones precisas de darle dosis exactas. Sin embargo, Arturo al creer que su esposa es tan fría le dio el doble de la dosis. La ayuda se la dio con la promesa de darle otro nieto.
    
    Antes de acostarse le echó ambos brebajes a su gaseosa, espero hasta que se haga efecto. Alrededor de 20 minutos más tarde, Beatriz toma la iniciativa pidiéndole que la coja.
    
    Generalmente, era algo rutinario, ella se abría de piernas y se dejaba hacer sin gemir, ni hacer movimientos. Pero en este caso, sintió su cuerpo caliente, un calor interno que fue creciendo quemándole la concha y pensamientos obscenos en contra de su recata educación.
    
    Se empezó a sobar la concha, sobándose para estimularse fue hacia su esposo como una gata en celo empezando a sobarle el pecho. Le quitó el calzoncillo y empezó a cabalgar salvajemente. Se la metió hasta los huevos mientras ella jadeaba y gemía, Pedro estaba como en un sueño, tanto tiempo deseándolo y por fin ella tomaba la iniciativa y estaba ...
    ... gozando con su polla.
    
    —Toma polla, toma polla —decía Pedro— te estoy follando, puta, te follo...
    
    No duró mucho y se corrió. Por los muslos de Beatriz caía leche en abundancia, tratando de recogerla y ponerla nuevamente en su coño.
    
    Pero no era suficiente, Beatriz quería más. Se abrió de piernas y clavaba sus uñas en la espalda y nalgas de su esposo para tratar de atraerla hacía sí. Tuvo dos corridas más y Pedro ya no podía, pero su esposa aún no estaba satisfecha.
    
    —¡No me puedes dejar así! —gritó Beatriz
    
    Al oír los gritos y jadeos su hijo llegó corriendo. Sorprendido al ver la escena de la espalda y culo blanco de su madre, totalmente desnuda, con el cuarto con olor a sexo y sudor. Su padre tirado a un lado y respirando trabajosamente.
    
    Su madre le pedía ser follada, mostrando su coño peludo y su vagina rosada abierta y chorreante de jugos y semen, con su cabello suelto y muy largo tapando parte de una de sus tetas y cayendo hasta la altura de su coño peludo, de donde estaba el chico no podía diferenciar entre el cabello negro y los vellos púbicos de su panocha. El chico estaba hipnotizado ante tal espectáculo. No se pudo resistir y se desprendió de todas las prendas que tenía. Aún en trance se acercó en cuatro patas viendo y oliendo de cerca su coño, limpiando el sudor de su madre con su lengua, sintiendo los pelos de su coño haciéndole cosquilla en la lengua. Empezó a masajear su concha con sus dedos, quitando el semen de su padre. Al sobar su clítoris su ...
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