Tan real y tan lejano
Fecha: 26/10/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Toni H, Fuente: CuentoRelatos
Los nervios cosquilleaban en sus estómagos por igual. Se acababan de conocer, y eso no hacía más que aumentar la curiosidad del uno hacia el otro. Habían comenzado a conocerse unos minutos antes en un chat de Internet, e inmediatamente surgió la química entre ellos. Tras unas palabras realmente agradables, inmediatamente ambos supieron lo que iba a pasar después.
Ella tenía 35 años, era morena, y tenía un cabello que llegaba más abajo de sus hombros. Era de estatura media y pesaba... bueno, realmente ella no dijo lo que pesaba ni él lo preguntó, ya que tenía muy claro que ese dato no se le debe preguntar a una dama. Él tenía 32 años y un cuerpo bien acostumbrado a salir a correr cada día. Era fibroso, delgado y pudo presumir de su 1.80 de altura y su 72 kg de peso. Ella no sabía si estos datos eran ciertos o no, pero tras iniciar el coqueteo con él, estaba plenamente dispuesta a descubrirlo.
Ella conectó su webcam y respondió a la petición de videoconferencia que él había enviado. Los segundos que transcurrieron desde que aceptaron la llamada, se hicieron eternos para los dos. En las pantallas de sus ordenadores se abrieron sendas ventanas con una aburrida publicidad que se mostraba mientras se establecía la conexión, y unos instantes después aparecieron, uno frente al otro, separados tan solo por la pantalla del ordenador y 300 km de distancia.
En ambas pantallas no se veía rostro alguno, pero si dos cuerpos. Cada uno estaba cómodamente sentado delante de su ...
... correspondiente teclado. Ella llevaba puesto un ligero vestido de verano rojo que le llegaba por la rodilla. Él llevaba una camiseta naranja ajustada y unos shorts azules que demostraban claramente que no mentía en su descripción. Mientras ella fijaba la vista en el cuerpo del otro lado de la pantalla, trataba de imaginar cómo sería ese torso sin esa camiseta que tan bien le quedaba. Él recorría con la vista el cuerpo femenino que tenía enfrente y descubrió que realmente le gustaba. Le gustaba lo que veía y realmente le gustaba lo que decía. Sin dejar de contemplarse y de disfrutarse con la vista, siguieron hablando en el chat y expresando lo que sentían, creciendo en ellos una excitación que cada vez era más patente en sus cuerpos. Los shorts de él cada vez parecían más abultados, algo que no pasó desapercibido para ella. No pudo ni quiso dejar de mirarlos imaginando cuanto estaba creciendo ese miembro que allí habitaba y que ahora la recibía con una generosa erección. Mientras ella recreaba su vista, sus pezones empezaron también a endurecerse hasta el punto de notarse perfectamente a través del vestido y a través de la cámara, convirtiéndole a él en el hombre más feliz del mundo en ese momento.
La conversación siguió avanzando cada vez más caliente. Ambos demostraron en sus palabras su excitación, ya sin pudor, hablando abiertamente de la pasión que sentían por los cuerpos que veían en pantalla. Cada palabra era una caricia más en sus pieles y una gota más de líquido caliente ...