El verano de 1986
Fecha: 22/11/2024,
Categorías:
Primera Vez
Autor: vule69, Fuente: CuentoRelatos
... patricio y ese engreído de césar... Si los despachas para siempre, yo sigo sin dramas...
Roberto: Hecho!!! Ahora... Dónde diantres está ese cabro chico. Su... Vé por él, por favor... Pero arréglate antes de salir.
Al escuchar que su señora vendría por mi, no me hice esperar y haciendo ruido entré de golpe a la oficina, encontrando a la señora Susana con las tetas al aire.
Yo: perdón -dije dándome vuelta de inmediato
Roberto: jajaja. Tranquilo cabro, ven. Date vuelta te digo. Eso. Mira con calma. Habías visto unas tetas como estas??
Yo: nunca, don Robert. Son. Impresionantes.
Roberto: si, verdad.
Yo: -sin sacarle los ojos de encima a las tremendas tetas que tenía a menos de dos metros- para qué me llamó, don Robert.
Roberto: ah. Si. Mira. Te necesito para navidad... La hermana del cali está enferma y viajará. Te pago el doble todos esos días. Qué te parece?
Yo: pucha don Robert. Ya tengo los pasajes y me esperan en casa. Que lata no poder ayudarlo.
Roberto: pucha cabro. Que eres difícil. Mucha más plata no te puedo ofrecer, tal vez un bono. Pero de verdad te lo agradecería.
Susana: -aún de la cintura para arriba desnuda, durante la conversación fue moviéndose hasta ubicarse a unos centímetros a mi derecha, entonces, inclinándose sobre mi oído y con eso rozándome el brazo con su pezón, susurró- acepta. Te prometo que no te arrepentirás.
Su aliento caliente en mi cuello me erizó todos los pelos de la nuca... Y mi verga ya media viva, reaccionó ...
... de inmediato, produciéndome una erección que no pude ocultar. Llevé, inconscientemente mis manos al bulto para taparlo, evidenciando aún más mi condición.
Roberto: jajaja jajaja. El chico tiene lo suyo, Su. No lo crees.
Su: -apenas rozándome con sus dedos de la mano izquierda- no cabe duda, mi amor.
Roberto: ya po chico. Espero una respuesta. Definitiva.
Yo: está bien don Robert, acepto su última oferta para quedarme.
Roberto: genial. Habla con Germán por tus obligaciones. El 24 en la noche trabajamos de corrido, pero a puerta cerrada con un selecto grupo de clientes. Oye mono me estás escuchando?
Yo: -con la boca media abierta, pegado mirando cómo se vestía la sra Su- si, jefe. Perdón. Me voy. Hasta luego don Robert, adiós sra Susana.
El resto de la tarde, la sra Susana se mostró distante e indiferente. Dos veces entré en su oficina a dejarle algo y ni levantó la vista al darme las gracias. Al siguiente día las cosas se dieron igual. Como una tradición, don Roberto cerraba el local el 23 a las 11 de la noche hasta las 8 de la noche del día 26. Era, junto al cumpleaños de su esposa y el de él, las únicas noches que cerraba hasta pasadas las 8 de la tarde del otro día.
La celebración interna consistió en unos tragos y buena conversa por un par de horas. Cuando don Roberto se despidió, yo también me apresté para marchar, ya que la siguiente noche prometía ser larga y agotadora... En cuanto el viejo con su despampanante mujer dejaron el local, me puse de ...