Versos, gemidos y 21 años entre nosotros
Fecha: 25/11/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Lara, Fuente: CuentoRelatos
Que puedo decir, cientos de ideas cada cual más locas pasan por mi cabeza, que puedo decir si me veo frente al espejo mirándome fijamente y pensando que algo me falta, ideas abstractas y no tan abstractas se amontonan en mi cabeza pensando en ti, pensando que no hace ni una semana te despedía en el hall del hotel de Madrid, ahora sé que las lágrimas que rodaron ese día por mis mejillas eran reales, lágrimas que tú ibas besando en un intento vano de animarme, si, ahora sé que lo nuestro no fue un encuentro casual por las redes sociales, no fue una mera aventura, no, lo nuestro fue algo más, algo que me da miedo a reconocer por la diferencia de edad que existe entre los dos, no por mi novio o tu mujer, me dan miedo los 21 años que nos separan.
Miro el ventilador del techo como va girando una y otra vez sobre mí, sobre mi cuerpo que descansa encima de la mullida cama tan solo con las braguitas y una pequeña camiseta torera muy fina, las mismas que cuando nos conocimos, así empiezo todas las noches desde que te fuiste, sola en mi cama recordando con que ilusión te esperé aquella tarde, casi anocheciendo en la cafetería del hotel, con aquel vestido rojo con el que siempre soñaste verme. Todavía recuerdo lo nerviosa que estaba cuando sostenía la copa de vino rosado en mis manos al verte, nunca nos habíamos visto y aun así supe que eras tú cuando divisé tu rostro entre aquel mar de cabezas, eras el único que sonreía, una sonrisa en tu cara igualmente nerviosa que la mía, ...
... llevábamos bastante tiempo planeando este viaje y ya estábamos juntos, estabas frente a mí y ninguno de los dos supo que decir al principio, únicamente nos mirábamos el uno al otro, era la primera vez que nos veíamos la cara y parecía que estuviéramos estudiándola para poderla recordar siempre.
Un hola, para romper el hielo, dos besos en la mejilla mientras nos cogíamos de las manos nerviosos, terminaron por romper el hielo, la cafetería pareció enmudecer de momento y entonces risas nerviosas, miradas de complicidad, caricias en mis manos temblorosas que al final terminaste con ellos con un beso en mis labios rojos de carmín, un beso que yo te correspondí, un beso que me hizo levantarme del taburete donde estaba sentada, abrazándote con mis manos entrelazando mis dedos por detrás de tu cuello y acercando mi cuerpo al tuyo te lo devolví entrelazando nuestras lenguas sin importarnos quien estuviera allí, sin importarnos lo que pudiera pensar la gente de la clara diferencia de edad entre nosotros.
Las imágenes de mi cabeza saltaron directamente a la habitación de hotel en el cual nos quedamos aquella noche en el centro de Madrid, es como si el viaje en coche hubiera desaparecido, como si la cena en el restaurante del hotel hubiera sido días atrás, de otros encuentros, de otros recuerdos, porque mi mente estaba contigo en la cama, en una cama enorme en aquella habitación de hotel, las luces apagadas y tan solo los fogonazos de una televisión encendida iluminaban la habitación, ...