¿No que no comadre?
Fecha: 28/11/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos
... su propio trabajo. De seguro Casimiro se le iría directamente a los golpes a Alberto. Y, quizás, hasta a ella misma por dejarse.
Pero qué podía hacer para que aquel patán la dejara en paz. Tan sólo se le caía la cara de vergüenza al recordar su último encuentro con él. De hecho ni se lo había comentado a su comadre, le abochornaba.
El Jefe de personal había coincidido con ella en el estrecho pasillo que llevaba a los servicios. Ella salía del baño de damas y él se dirigía al de hombres.
Como otras ocasiones, al sólo verlo, Trinidad se sintió acalenturada. Se daba perfecta cuenta de que aquél algo quería con ella, y eso la hacía sonrojarse, sin embargo, ya de por sí, el guapo y alto hombre le estimulaba instintivamente. Su simple presencia le espoleaba las hormonas. Era como si su ser requiriera saciarse de una necesidad que, bien sentía, sólo él podría aplacar.
Por su parte, Alberto Sánchez Medina, como cada vez que estaba ante una nueva “víctima”, exhibió una particular caballerosidad.
—Pase usted —le dijo en el tono más amable, brindándole indiscutiblemente el paso por el angosto pasaje.
Trinidad aceptó la cortesía y procedió a avanzar, no obstante, y pese a lo dicho, Alberto también avanzó tan rápido que fue inevitable que ambos cuerpos colisionaran en terrible encontrón. El hombre procuró colocarse de tal forma que su bulto se resguardó justo en medio de las nalgas de Trinidad, sacando lo mejor de la situación.
El tamaño y suavidad de las ancas se le ...
... hicieron sentir deliciosamente al hombre, mientras que a la mujer le fue patente la dureza y el grosor de su atacador, quien hasta movió la pelvis como copulando, aunque había ropa de por medio.
La Señora ni protestó ni reclamó, sólo pujó en reacción involuntaria y se desatrancó como pudo. Se alejó de ahí sin decir nada, como si no hubiera pasado. No se lo confió a nadie, ni en ese momento ni después. Y es que hubo otras ocasiones en las que Sánchez Medina le expresó físicamente sus deseos de aparearse con ella, pero ese era el problema, Trinidad no pronunciaba queja alguna. Ni concedía ni se negaba, simplemente hacía como si no pasara nada. Ella nunca se quejó de las acciones de aquél, ni mucho menos se lo dijo a su esposo. No quería que, por soltarse de la lengua, Casimiro se viera metido en problemas. Pero quizás había algo más. Era como un placer culposo. Aunque aquello no lo aceptaba ni sí misma.
“No, ese hombre no me gusta. Además... ¡soy casada! ¡Por Dios!”, le decía a su comadre Eulogia, engañándose con sus propias palabras. En el fondo eso no era del todo cierto.
Trinidad se auto engañaba diciéndose que aquel hombre no llegaría a más, pese a que era evidente que aquél era uno de esos “vergas sueltas” que no se detiene si no lo detienen. Alberto Sánchez Medina se cogía toda hembra que se dejara. Aunque en el caso de Trini la cosa era más arriesgada, ya que su esposo laboraba en la misma empresa, eso a aquél no le importaba. Si se la quería coger se la iba a ...