Una pareja se desata lejos de todo el tedio de lo cotidiano
Fecha: 28/10/2018,
Categorías:
Gays
Autor: DibujanteHot, Fuente: CuentoRelatos
Y ahí estaban, en el concilio de la soledad. Ocultos del resto del mundo en una callada y fina habitación de espejos en cada ángulo. Oscuro mármol detallando los fríos bordes que se remontaban desde el suelo de madera hasta el techo de piedra. Todo tan elegante y tan sugestivo.
Todo hacía oda a la céntrica cama de gran tamaño y suave almohadaje. Ciertamente era hora de soñar, pero no con los ojos cerrados. ¿Qué ojos se atreverían a cerrar ante tal imagen que él disfrutaba? La tensionada pieza de cuero de color negro; en los brazos, las piernas y la cintura. Dibujando tan exactamente la figura de ella, sin perderle fidelidad a sus afirmados muslos, tostados brazos y curvada cintura. Dotas de una mujer verdadera, no de aquella imposible mujer que la falta de corazón creo para negarnos a todos el sueño de la verdadera belleza, esa que sale a través de nuestros ojos.
El corsé de cuero se contorneaba con un sostén con encaje carmesí que cubría sin tirantes aquel par de atributos que escondidas llamaban tanto la atención. Él sabía que escondía ella ahí pero el misterio lo hacía temblar sin tener frio.
Debajo de este escondite de la cintura estaba una falda corta y abierta que no pretendía de ninguna forma ocultar el hilo dental rojo que tampoco proporcionaba cobertura a los redondos glúteos que él había tocado y acariciado tantas veces por encima de un blue-jean o cualquier pantalón que en su incapacidad de ocultar la belleza corpórea de ella; le llenaban de deseo.
Por ...
... la falda se escurrían dos cintas por cada pierna que unían aquellas tentadoras redes que bordeaban sus piernas hasta entonarse con un par de botas del mismo material apretado. Conjunto que jugaba en perfecta coreografía con los guantes que ella se había puesto.
Él estaba en la cama, apreciando esa figura, la mirada. Que entre una sonría podía leerse claramente. “¿Ves lo que se escondía en mí?” ¿Quién podría imaginárselo? ¿Quién podía pensarlo? Pero esto no era asunto de nadie más, solo de ellos dos.
La chica posó ambas piernas al lado de las caderas del joven, inclinándose al frente para que sus rodillas tocasen la tela de su cama. Los cuerpos se encontraron, el pecho descubierto de él, los ocultos senos de ella, los calientes y humedecidos labios, las lentas y tentadoras lenguas, que comenzaron a danzar sin importarles tiempo ni fecha porque los ojos se habían cerrado, solo daban espacio a aquellos suspiros y gemidos que el momento no podía contener.
Este trató de destapar su sostén, ella aprisionó sus manos con las de él y siguió sus besos, el reto no sería tan fácil, nada tan delicioso podía serlo. Acercó su pecho al rostro de él, quién con los dientes destapó aquél confinamiento y las vio.
Tensas, brillantes y tibias, de un color cobrizo que lo observaban, tanto como ella. Quién esperaba que él hiciera lo que la dama tanto disfrutaba. Acercó su boca este caballero a la punta de uno de sus senos y comenzó a besarla, lamerla; con delicadeza y respeto como si se ...