1. Visita de contrabando


    Fecha: 05/12/2024, Categorías: Voyerismo Autor: voyenudista, Fuente: CuentoRelatos

    ... había sumado mi novia y fuimos testigos de la narración pormenorizada que les hizo Sofía a sus asombradas amigas. Llegó la hora de despedirnos, Sofía nos agradeció nuevamente el haberle cumplido su capricho, le dio un leve beso en la boca a Andrea y luego uno a mí, lento, intenso, con su lengua entrelazándose con la mía, ante el aplauso y vítores de sus compañeras. La más borracha de ellas, con paso trastabillante, se acercó a mí, retándome:
    
    -¿Y a mí no me vas a besar, cabrón? –dijo con una mueca que emulaba una sonrisa.
    
    -Lo siento –respondí. Yo no beso chavas vestidas. Como muda respuesta se desató los nudos del calzón de su bañador y lo tiró al suelo.
    
    -¿Y así… sí? –preguntó asiéndose con las dos manos a mi nuca y alcanzando mi boca con la suya. Me besó con pasión, se podría decir con cierta ansiedad y yo le correspondí con toda la calentura que esa particular situación me provocaba, tomándola por ambas nalgas, aprisionándolas con fuerza entre mis manos y restregándome contra su cuerpo firme. Nos separamos y me bajé hacia sus tetas pequeñas, lamiéndolas y mordisqueándolas, para terminar arrodillado frente a ella, chupando su coño depilado mientras mi dedo medio la masturbaba con ...
    ... intensidad. Con el rabo del ojo voltee a buscar a Andrea, pensando que podría incomodarse conmigo, pero ella ya estaba en gran faje con Sofía y no se enteraba de lo que pasaba a su alrededor.
    
    Una de las tres chicas restantes, gritó:
    
    -¡Ahí se quedan, cochinos, nosotras ya nos vamos! –y emprendieron camino hacia su hotel. A Sofía y a la embriagada amiga pareció volverles la lucidez y se separaron de nosotros, corriendo a alcanzarlas.
    
    -¡Mañana le seguimos! –prometió Sofía mientras se alejaba intentando ayudar al errante caminar de su amiga.
    
    Andrea y yo entramos a la habitación y nos fuimos directo a la regadera, donde disfrutamos de un largo baño tibio, enjabonándonos mutuamente. Habíamos perdido la reservación para cenar en el restaurante japonés, pero poco nos importó. Ya comeríamos alguna cosa del buffet o, en el peor de los casos, una rebanada de pizza de la cafetería 24 horas.
    
    Mi novia se acostó en el centro de la cama, abriendo las piernas, invitante.
    
    -Ahora, flaquito, me vas a coger sólo a mí –dijo con voz cachonda. –Quiero un orgasmo fuerte y claro; después, voy a recibir ese pito en mi boca y no lo voy a soltar hasta que me la inundes de semen.
    
    Y eso fue exactamente lo que sucedió. 
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