1. Encuentro de escritores


    Fecha: 07/12/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Vicente84, Fuente: CuentoRelatos

    Una escritora y un escritor de relatos eróticos se reúnen por primera vez en persona.
    
    Entonces toqué su timbre. Después de pensar 15 veces cuales serían las palabras que diría en aquel ansiado momento, me armé de valor y esperé a que abriera.
    
    Llevábamos unos cuantos meses intercambiando relatos, ideas y experiencias sexuales. La verdad es que ella me conocía de una manera más íntima que mi propia esposa, sin embargo, había un detalle, nunca habíamos estado frente a frente. Mi atracción hace tiempo que dejó de ser secreta, ya que había optado por revelarla en un afán de desentrañar mi deseo a través de la escritura. Se volvía tanto más excitante tener la certeza de que ella supiera que era mi musa y que cada pulsión erótica que lograba transmitir estaba motivada por el deseo de sentirla.
    
    El costo de este placer estaba en la enajenación de la carne, lo que me provocaba una gran ansiedad. ¿Cómo sería vernos? ¿Será bueno para este espiral creativo, el tocarnos, aunque sea para saludarnos? El temor a la desilusión estaba muy latente, considerando que en todos mis relatos terminábamos teniendo un sexo descarnado. Veía en ella una fuente inagotable donde podía refrescar mi lívido y lo mejor de todo, ella parecía disfrutarlo. El asunto está en que parte de este equilibrio se asentaba en lo inalcanzables que parecían ser estas fantasías.
    
    Y bueno, estaba frente a su puerta, por primera vez, preso de mi ímpetu y porfía.
    
    El acuerdo implícito que teníamos era el de abrir ...
    ... la mente y aceptarnos, con toda la carga de erotismo primitivo que nos hace seres humanos. Nunca han existido premisas que nos hagan pensar en lo correcto o incorrecto, si no que hemos dado rienda suelta a nuestra imaginación, como quien se acuesta en un prado a ver las nubes que, por fuerza de la naturaleza, adoptan las más llamativas formas. Todo valía, pero claro, separados por una pantalla… ¿Qué pasaría ahora?
    
    Finalmente sonó el picaporte y luego se abrió la puerta, ahí estaba. Lo primero que noté fue su estatura, no era alta ni baja, tal como la imaginaba. Una cierta frialdad (la misma con la que daba inicio a nuestras sesiones) estaba impostada en su cara, pero tiendo a creer que eran sus propios nervios ante esta situación fuera de lo común. Nos saludamos civilizadamente, me invitó a pasar y me dijo que ya estaba en el fuego la cafetera.
    
    La excusa de este encuentro era compartir un café para intercambiar producciones literarias, pero era obvio que al menos existía la curiosidad recíproca de saber qué pasaría si nos veíamos. En otro contexto, lo lógico hubiese sido largarse a fornicar y satisfacer ese deseo que habitaba en masturbaciones escondidas tras las cartas que nos enviábamos, pero estaba claro que la cosa no era tan simple. Los dos amábamos esta tensión y sabíamos el valor de no romperla así como así.
    
    Entonces, cual japoneses en su ceremonia del té, seguimos con la performance y nos sentamos a conversar cosas sin mayor importancia y definitivamente muy ...
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