Atrevida en el bus
Fecha: 15/12/2024,
Categorías:
Hetero
Autor: erogeno, Fuente: CuentoRelatos
Siempre me gustó, estando solo o acompañado, escaparme a la playa en invierno. Mar del Plata, Villa Gesell... ciudades de la costa de Buenos Aires que, durante el invierno, tenían poca gente, pero siempre con algo para hacer. Ese año estaba soltero y decidí irme unos días en junio a pasar frío en la playa, pero despejarme de un año de bastante trabajo.
Conseguí unos pasajes en un bus con asientos tipo cama, cómodo para un viaje de 5 horas adonde solo iba a escuchar música y ver la interminable pampa y sus vacas durmiendo al sol. Como era de esperarse, al subir al bus había muy pocos pasajeros, todas las filas en vez de tres o cuatro personas contaban solo con una o dos. Antes de subir vi que había una familia de un matrimonio relativamente grande con un chico adolescente y una chica de unos 22, 23 años, que se la notaba bastante malhumorada, casi como reclamando que no quería ir. Me rio ligeramente y subo al segundo piso, adonde me acomodo los auriculares y me quedo mirando por la ventana. Son las 5 de la tarde y llegaría a las 10 de la noche, si no hay retrasos, por lo que pienso en ir durmiendo un poco.
Llevábamos una hora de viaje aproximadamente y la gente empezó a moverse: yendo al baño, buscando café, acomodando bolsos. Yo estaba en uno de los últimos asientos y no había nadie en las filas de atrás, por lo que podía ver todo y estaba contento de que nadie pase a mi lado molestando. De repente, la veo subir al segundo piso a esta chica que no quería viajar, con ...
... cara de mal humor, diciéndole a sus padres que se cambiaba de asiento.
Era flaca, relativamente alta, de pelo castaño corto y enrulado, ojos claros y venía con un short y una camisa escocesa de mangas largas, con una pequeña campera rompeviento para llegar a la noche a la playa. La miro con curiosidad y veo que se sienta en la misma fila, pero del otro lado, en la otra ventanilla. Curiosamente, yo había reclinado completamente mi asiento contiguo, que daba al pasillo, para poder estirarme e ir cómodo. Al sentarse veo que se pone a leer en una Kindle y de reojo me miró y su mirada se perdió nuevamente en su libro electrónico.
Ya llevábamos dos horas, estábamos en el medio de la nada y me despierto de vuelta. Miro hacia la derecha, curioso por esta chica y la veo que su campera ya no estaba puesta, sino que la estaba usando de cobija, nada del otro mundo, mientras parecía dormida. Pero de repente veo que hay un movimiento bajo ella, como si sus manos se estuviesen moviendo a la altura de su cintura. ¿Se estaba masturbando? No, debe ser mi morbo constante me dije a mi mismo. De todos modos, la situación me calentó enseguida, por lo que no pude evitar acariciar un poco mi miembro que sentía duro y caliente bajo el jean.
No podía dormirme de vuelta, mi cabeza empezó a maquinarse y fantasear. Apago mis auriculares para ver si la podía escuchar y efectivamente, escucho algunos gemidos. Ella seguía con cara de dormida, pero empezando a moverse suavemente y yo, con cuidado, ...