Mi vida con Eduardo (I)
Fecha: 16/12/2024,
Categorías:
Gays
Autor: Francy, Fuente: CuentoRelatos
Ya relaté mi primera vez con Eduardo, porque él me pidió que le escribiese. Ahora seguiré contando mi relación con quien es ahora mi pareja, mi hombre. Después de esa primera vez, Eduardo me siguió buscando, decía que le llenaba yo como mujer, que me consideraba mujer a pesar que yo no lo era físicamente. Eduardo olvidaba ese “detallito”, mi pequeño pene no existía para él, a veces lo tocaba y me decía que era como mi clítoris. Yo me ponía contenta y me abrazaba más a él. Con el tiempo compre dos prendas, una blanca y otra lila, que tapaba mis genitales y dejaba descubiertas mis nalgas y mi ano, lo que Eduardo buscaba y quería.
Usaba esa prenda debajo de la lencería que a veces Eduardo me compraba, a su gusto. Colales o calzones calados, negros o rojos, medias con porta ligas, petos como sostenes, blusones, babydolls, falditas cortas y calzas ajustadas, zapatos de medio taco y jeans elásticos ajustados comenzaron a ser parte de mi atuendo cuando él me visitaba o me llevaba a un lindo motel. Empecé a maquillarme un poco, labial, delineador, cosas así. Uñas pintadas que después removía para salir a mi trabajo, las uñas de los pies las pintaba también pero no las removía, nadie las vería y me gustaba mirarlas cuando él no estaba o me duchaba, me hacía recordarlo. Usaba siempre calzones, incluso en mi trabajo, me hacía sentir mujer, aunque me daba miedo que me sucediera un accidente y descubrieran ese detalle. Es que Eduardo a veces me llamaba solo para vernos afuera y en ...
... su auto, y me manoseaba allí y le gustaba descubrir que llevaba abajo los calzones que a él le gustaban.
Eduardo vivía con una hija de 17 años que no sabía nada de sus preferencias ni de mí. Por eso venía solo por unas horas a mi casa, al menos una vez a la semana. Me hacía el amor generalmente dos veces en cada ocasión, siempre ha sido muy prendido, apasionado. Empezamos a probar varias posiciones y modos, yo me dejaba llevar a como él me pusiera. Me encantaba cuando me ponía boca abajo en la cama, mis piernas abiertas y sintiendo sus caricias y mordiscos en mis nalgas, y sus besos y lengua en mi agujerito que siempre estaba limpio para su boca. Y luego con sus manazas me abría los cachetes y comenzaba a puntearme con su pene la entrada de mi anito ya lubricado con su saliva, hasta que metía su glande y luego su pene, a veces suave otras más fuerte según sus ganas.
En esas ocasiones yo gritaba un poco, pero él me inmovilizaba fuerte y yo tenía que soportar su penetración más ruda. Pero después era un goce sentirlo dentro, sacándolo y metiéndolo y yo sintiendo todo su peso de macho sobre mí. En esa posición me besaba el cuello y los hombros mientras me penetraba y me preguntaba “Francy, ¿quieres más…?”. Yo exclamaba: “¡Siii, sí amor mío...!”. Hasta que una vez, en plena posesión suya no pude contenerme y le dije: “Eduardo, amor, ¡te amo!”. De verdad lo sentí, me había enamorado como cualquier mujer. Él solo dijo: “Mi Francy…”. Esa vez acabó con más fuerza dentro de mí ...