Mi vida con Eduardo (I)
Fecha: 16/12/2024,
Categorías:
Gays
Autor: Francy, Fuente: CuentoRelatos
... culito. Fue un momento maravilloso. Después, cuando reposábamos, yo abrazada a su pecho y él fumando serenamente, me pregunto:
–Francy, ¿de verdad me amas, o solo fue el momento de calentura?
–Sí mi amor, creo que me enamoré de ti –le respondí con dulzura. –¿Te complica eso mi amor?
–No bebé (así me llamaba a veces), es que no pensé que estuvieras prendida de mí, un tipo tan feo…
–¡Tonto...! para mí eres el más guapo, te siento ya como mi hombre –le respondí besándole la mejilla.
–Yo también estoy empezando a quererte Francy, eres tan especial, tan mujer a pesar de no serlo amor…Nuca me había sentido tan hombre como contigo.
“Lindo mi Eduardo”, le respondí, levantándome un poco para buscar su boca y besarlo, beso que él me respondió con calor, metiendo su lengua en mi boca. Por ese gesto comprendí que me deseaba nuevamente, y por sus manos que bajaron a mis nalgas para acariciarlas y apretarlas. Yo bajé mi mano hasta su pene y comencé a acariciarlo, como también sus testículos, todo esto mientras nos besábamos con ardor, sin separar nuestras bocas. “Te deseo Francy, ahora súbete tú amor...” me dijo en un susurro. Yo me levanté y pasé una pierna sobre su vientre, montándolo y mirándolo a los ojos, con malicia y entrega, él me sonrío y yo me derretí más aún.
Ya montada, tome su verga y la dirigí a mi agujerito que temblaba, aún húmedo por su anterior penetración (ya lo hacíamos sin condón), lo introduje un poco y él se arqueó y me penetro fácilmente, ya ...
... estaba lubricada. “Muévase bebé...”, me ordenó. Empecé a cabalgarlo como si fuera un potro, mi potro. Me movía hacia atrás y adelante, o me levantaba un poco y volvía a bajar para ser penetrada más a fondo. Eduardo gemía de placer y me apretaba con fuerzas mis nalgas, empujando mi culito más hacia él. Yo estaba como loca moviéndome encima suyo, y volví a decirle que lo amaba. “¡Te amo, te amo...!”, repetía yo; esas palabras lo hacían arder todavía más, hasta que con un bufido volvió a acabar dentro de mí y yo sentir su semen que me inundaba, caliente, delicioso. Me desplomé sobre su pecho y busqué sus labios, nos besamos con fuerza por largos minutos, yo aún con mi respiración entrecortada. Nos quedamos quietos y su pene poco a poco salió de mi traserito.
Luego de un rato cogí un papel absorbente del velador y le dije: “Amor, lo voy a limpiar”.
–No bebé, quiero pedirle algo especial… –me susurró al oído.
–¿Qué cosa mi vida?
–Límpieme con su boca, ¿quiere?
“Ohh”, exclamé. Ya había tenido el pene de Eduardo en mi boca, pero tenerlo así era algo nuevo para mí. Además él me complacía lamiendo y metiendo su lengua en mi ano (siempre limpio), así que teníamos esa confianza tan íntima. Confieso que la idea me excitó, la forma cómo lo pidió y mi deseo de complacerlo, hacerlo feliz. Era mi hombre y ya lo amaba. Así que bajé hacia su pene lacio y mojado de semen y empecé a lamerlo desde la base a la punta, sacando todo el semen acumulado en su piel. El gozaba y gemía ...