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Visita a Cuba
Fecha: 17/12/2024, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Hola soy Elena y aqúi les comparto una historia que viví hace algunos años. Desde que planeamos el viaje a Cuba mi amiga Laura y yo sabíamos que ibamos abiertas a cualquier cosa. No soy una mujer que pueda considerarse conservadora pero tampoco estoy con cualquiera que se me cruce en el camino. Digamos que me puedo entregar a un momento de placer si cumple con ciertos criterios que he aprendido a utilizar muy bien. Soy morena clara, 1.70 de estatura y un cuerpo lo suficientemente rico para captar miradas en la calle. Aquel día aterrizamos en La Habana con toda la actitud de pasar un gran año nuevo. Yo soy Italiana y nací en Milán. Una ciudad muy fría y con una tendencia clara hacia la moda y las cosas superficiales. A mi eso no se me daba tanto y por eso había pasado más de 3 años viviendo en Barcelona, un sitio completamente diferente y con muchas cosas por hacer y por aprender. Laura y yo nos habíamos convertido en amigas muy cercanas y compartíamos piso. Ella fue la que me insistió que probáramos Cuba como destino para pasar aquel año nuevo. Yo en ese momento recién había terminado con un noviazgo de 2 años y tenía muchas ganas de unas vacaciones de diversión para poder despejarme de ese mal trago. Desde el aeropuerto sentí que Cuba era un país completamente diferente al resto que había conocido. Toda la gente era muy alegre y trataba de hablar con nosotras. También me habían dicho que tuviera cuidado con muchos cubanos y cubanas que probablemente querían hacer ...
... algún tipo de negocio con nuestro dinero. El taxista nos dejó en el hotel Inglaterra ya que Laura tenía el sueño de hospedarse ahí desde hace mucho tiempo y para cuando llegamos a la habitación ya habíamos tomado 2 mojitos que nos ofrecieron en recepción. Yo no había desayunado casi nada por lo que ese mojito llegó directo a mi sangre y me hizo sentir un poco mareada. En aquel momento ambas teníamos 30 años así que eramos lo suficientemente experimentadas como para decidir qué hacer y cómo hacerlo. Le dije a Laura que moría de ganas de ponerme cómoda y caminar en el malecón y después tomar unas cervezas en alguna terraza con buena vista. Ella no puso mucha resistencia y en menos de media hora ya estábamos caminando en aquel Malecón con una vista y un atardecer espectaculares. Llegamos a la terraza de un restaurant donde había dos chicos muy guapos un poco más grandes que nosotras y los 4 nos quedamos mirando, así que me pareció una buena idea entrar y sentarnos en una mesa relativamente cerca a donde estaban ellos. Cuando escuché su acento pude detectar que eran mexicanos porque uno de mis mejores amigos de Barcelona era mexicano y el "Guey" y el "Órale" eran inconfundibles. No era que estuviéramos esperando a que se acercaran, la verdad es que Laura y yo la pasábamos de maravilla solas y cuando salíamos de marcha en Barcelona perfectamente podíamos no conocer a ningún chico y pasarla igual de genial. Esta vez noté especial atención de uno de los chicos hacia mi porque no ...