1. Su profesor particular (capítulo VI): Dispuesta a instalarse


    Fecha: 22/12/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos

    Elena iba sentada sobre Tomás, obligándolo a servirle de pony. Sentía su poder sobre él y se excitaba al dominarlo. Se había sentado, no con sus piernas colgando a los costados de Tomás, sino que las había pasado sobre sus hombros quedando así pegadas a la cara de su sirviente. Luego, para no perder el equilibrio agarró los dos extremos de la fusta cuya parte central sujetaba Tomás con la boca.
    
    “¡Vamos, profesor!”. “Con cuidado. No quiero caerme. Y tú, por tu bien, tampoco querrás que me caiga”.
    
    Tomás quiso contestar: “Por supuesto, mi ama. Pondré todo mi cuidado en llevarla sin el más mínimo percance. Servirla con mi toda mi atención es mi máximo objetivo. Jamás dejaría que se cayera”; pero no pudo porque su boca sujetaba con fuerza la fusta a la que se agarraba Elena.
    
    Comenzó a moverse muy despacio, con mucho cuidado de no tirar a Elena.
    
    “¡Más rápido!” le ordenó ella.
    
    Tomás apretó el paso, aunque siguió poniendo toda su alma en mantener el máximo cuidado para que Elena mantuviera el equilibrio sin problema.
    
    Ella acercó uno de sus pies a la cara de Tomás: “¿Puedes sentir el olor que desprenden mis pies, Tomás? He llevado los mismos calcetines con estas zapatillas toda la semana. Hasta me daba vergüenza que alguien pudiera notar el olor. Lo he hecho por ti, para que veas que me preocupo por complacerte y que estoy dispuesta a cumplir mi parte de nuestro acuerdo lo mejor que pueda”. “Porque supongo que a un fetichista como tú, le encantará adorar mis pies ...
    ... sudados y olorosos, ¿no? Bueno, no hace falta que me respondas, recuerdo como te enganchaste a la mochila que dejé en tu despacho y el lavado que hiciste con tu lengua a todas mis prendas íntimas, jajaja, ¿o no?”.
    
    Efectivamente, Tomás había sentido en su nariz el aroma que llegaba desde los pies de Elena cuando ella se sentó sobre él y colocó las piernas sobre sus hombros, incluso antes de que ella acercara su pie a su cara. Con la fusta en la boca, no pudo contestar a lo que Elena le preguntaba, pero se excitó tanto ante la idea de quitar esos zapatos y esos calcetines y lamer sus preciosos pies, que creyó que se iba a correr allí mismo. Elena había sabido hacerse esperar y Tomás estaba totalmente entregado a ella. No podía negarse a ninguna de las órdenes de Elena ni pensar en otra cosa que no fuera estar a sus pies adorándola. Habían sido muchos años esperando una oportunidad como ésta y con una preciosa e inteligente mujer como Elena.
    
    A Tomás le resultaba increíble estar tan excitado incluso con el dolor que había soportado y que todavía notaba en su culo. Era un castigo que no espera recibir, sobre todo, nada más llegar Elena. Pero toda esa sumisión, todo ese abandono a la voluntad de la diosa ¡le resultaba tan excitante! Estaba deseando que llegaran los de la mudanza y se terminaran para quedarse tranquilo con Elena y lamer sus adorables pies… y cualquier otra parte de su cuerpo que ella le pidiera o, más bien, le permitiera. En momento no había otra cosa en el mundo ...
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