El alquiler
Fecha: 31/12/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
Ana, 43 años, abrió la aplicación del banco y echó un vistazo al saldo de su cuenta corriente.
Su rostro palideció y reflejó una mueca de profunda preocupación. Dejó el móvil sobre la mesilla y se tumbó en el sillón acurrucándose, las manos sobre el rostro y la mente llena de pensamientos. "Este mes no podré pagar el alquiler y si no encuentro algo pronto, cualquier cosa, estaré en la puta calle."
Los nervios se agarraron a su estómago y durante unos instantes le costó respirar. "Quiero meterme en la cama y desaparecer." pensó, como si ocultarse ahí la fuese a salvar.
El aire acumulado en su tripita la molestaba, pero aguantó. Era lo que se merecía por bocazas. Si se hubiese estado calladita no la hubiesen despedido, si se hubiese tragado su maldito orgullo.
Apretó el trasero contrayendo el esfínter y evitando que el aire saliese. No es que la importase tirarse un pedo allí. Estaba sola, sin amigos ni conocidos, sin recursos. Todo por ser una gilipollas engreída que creía tener el mundo a sus pies. Su novio la había dejado poco antes del incidente, cansado de sus salidas de tono. Había sido un buen novio, un tío que realmente la quería y que en la cama la hacía disfrutar. Pero ella había querido más y se había insinuado a su jefe Don Luis, para conseguir ascender.
Recordaba el día en que le pilló con su secretaria en el despacho. La muy guarra tenía el rostro colorado y no paraba de jadear mientras Don Luis la enculaba combinando las embestidas con sonoros ...
... azotes en sus generosas nalgas.
Desde entonces Ana había querido entrar en el juego y le había propuesto a su jefe una felación. Don Luis se había enfadado y la había echado del despacho. Desde ese día ella le odiaba y ese odio desembocó en el desafortunado episodio que causo su despido.
"Tengo que hablar con Juan." recapacitó pensando en el casero. Juan parecía un buen tipo, seguro que le ayudaba. Era la única salida, aparte de recurrir a sus padres. Pero eso estaba fuera de cuestión, antes de volver a su pueblo haría cualquier cosa.
Juan era la solución.
Se relajó. Dejó escapar una ruidosa ventosidad y poco después la venció el sueño.
*************
Al día siguiente fue a ver a su casero y le contó su situación calificándola de temporal y pintando un futuro optimista.
Sentada en la mesa, contempló por un momento al hombre con barba y gafas que tenía frente. Era algo más alto que ella, seguramente algún año más joven, cara de intelectual y aficionado esporádico al deporte.
- Lo que me cuentas está muy bien. - dijo rompiendo el silencio.
- Pero soy un hombre práctico y tampoco voy sobrado de dinero, necesito el dinero del alquiler y, francamente, no tengo muy claro que en los próximos meses puedas pagarme.
Ana recibió el "golpe" de realidad tragando saliva y haciendo válida la frase "el rostro es el espejo del alma".
- Yo... - dijo sin saber muy bien que decir.
Juan la miró. Por un momento sintió lástima de ella, del cambio. Había sido una de ...