Tras el primer concierto (II)
Fecha: 06/01/2025,
Categorías:
Gays
Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
... toda la maldita noche con ganas de comprobar por mi mismo si ese culo tuyo merece o no la pena y no voy a esperar más –gruñó Víctor mientras empujaba al joven hacia Héctor.
Sujetándole del cuello Héctor le dobló el cuerpo hacia adelante. Tan solo el firme agarre que Víctor ejercía sobre las estrechas caderas del chico evitó que diese de boca contra el borde de la cama. Héctor volvió a sentarse en el mismo punto de antes y tras darle una ligera bofetada para que abriese la boca introdujo todo su pene. Las arcadas y el lagrimeo fueron inmediatos. Tan pronto como el glande del hombre alcanzó la garganta comenzaron, pero esta vez no hubo descanso ni tregua. Héctor le forzó a mover la cabeza, volviendo a valerse de su larga melena a modo de correa. A su espalda pudo notar como Víctor deslizaba dos dedos dentro de su ano, que permanecía gloriosamente abierto, lleno de lubricante y listo para ser penetrado.
Agarrando su gruesa herramienta por la base Víctor guió su pene hacia el ano del joven, que se debatía intentando controlar las arcadas mientras Héctor le follaba la boca, con renovada dureza. Empujando con fuerza consiguió meter el glande y buena parte del tronco dentro del orificio, estrecho a pesar de la minuciosa preparación a la que le habían sometido. Con un gemido de placer terminó de entrar impulsando las caderas hacia delante mientras tiraba del muchacho hacia atrás.
–¡Joder! Sí que es estrecho… –jadeó Víctor, empezando a mover la pelvis adelante y atrás–. Es ...
... tan estrecho que parece que te chupa hacia dentro.
Héctor se limitó a responder con un gruñido, bajando nuevamente la cabeza de Álvaro que emitía húmedos gorgoteos. Gemidos indefinidos en los que se mezclaba el placer, la humillación, la excitación y el dolor. Nunca había experimentado nada igual y le encantaba. A pesar de todo el tiempo que habían pasado jugando en su ano la anchura descomunal de Víctor bastaba para llenarle por completo, causándole una leve molestia que se iba reduciendo con cada penetración, tan profunda que pensaba que le acabaría atravesando en cualquier momento. Intentando relajarse probó a mover la lengua y acomodar mejor las caderas, confiando en que su esfuerzo pasase desapercibido.
–¡Ja! ¿Has visto eso? A la puta le gusta lo que estamos haciéndole –se mofó Víctor dando una nueva palmada en las ya castigadas nalgas del joven–. Tranquila, putilla, tranquila. Puedes gozar cuanto quieras, como la zorra que eres.
Algo en su cabeza, quizá el último reducto de raciocinio, le decía a gritos que debía sentirse ofendido por ese trato. Sin embargo, ni siquiera intentó hacerle caso. Su pene goteaba profusamente sobre el suelo de madera, las lágrimas rodaban por sus mejillas debido a las arcadas que todavía le sacudían de cuando en cuando y la saliva goteaba de su boca, empapando el pene de Héctor que brillaba a causa de ello. Su ano se abría y se cerraba conforme Víctor le taladraba, sus glúteos parecían gritar a causa del ardor de los azotes y hacía ...