Una noche extraordinaria con un amigo de confianza
Fecha: 15/01/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Alfredo era un hombre de piel blanca, cejas pobladas, ojos verdes, ojeras marcadas, cabello azabache, corto y ondulado, barbilla prolija, patillas recortadas, orejas perforadas con aritos, nariz bulbosa, frente desprotegida, mejillas regordetas, labios finos, mentón redondeado, cuello corto, hombros anchos, pecho voluminoso, barriga un poco abultada, nalgas flácidas y piernas cortas. Tenía treinta años de edad y medía un metro sesenta y cinco. Tenía mucho vello en los antebrazos y en las piernas, pero poco en el resto del cuerpo. Tenía una voz medio chillona, casi como la de un enano.
La cuarta semana del último mes del año finalmente había llegado, los trabajadores estaban baldados luego de haber trabajo duramente los últimos once meses, querían tomarse un descanso e irse de vacaciones. Gente de diferentes sectores y diferente posición económica estaba harta de la misma rutina monótona y aburrida, era tiempo de disfrutar un poco la vida.
Fue durante una tarde del día veintidós que Alfredo decidió hacer un viaje relámpago antes del feriado del veinticinco. Su primo Máximo había ido a la casa de sus padres (los tíos de Alfredo), para pasar Nochebuena en familia. Él, en cambio, prefirió salir a divertirse un poco antes de la desdeñosa reunión de fin de año, en la que todos se trataban amablemente (nótese la ironía implícita) y hablaban entre sí como si conformasen una familia unida.
Los padres de Alfredo y su medio hermano Rogelio, eran personas pesimistas, ...
... retrógradas, displicentes y antipáticas. Lo único que sabían hacer era criticar, desplumar, decir tacos y resaltar defectos ajenos, algo que, por obvias razones, al hijo pródigo de la familia no le agradaba. La única razón por la que se reunía con sus padres todos los años era por respeto a su queridísima abuela que estaba pisando los noventa años, persona a la que le tenía un especial aprecio.
Alfredo, como todo hombre de su edad, tenía pocos amigos de confianza, la mayoría de ellos se había apartado por cuestiones personales. Casi todos sus amigos eran casados y tenían hijos, lo cual imposibilitaba que se juntaran como cuando eran adolescentes. La diversión entre amigos era cosa del pasado para ellos, no para él que todavía se mantenía soltero y con ganas de salir a divertirse al estilo juvenil.
Dentro de la reducida lista de amigos disponibles, estaban tres personas que quería mucho: Gonzalo, un fanático de la fórmula 1 y el motociclismo que vivía en el quinto pino; Román, un repositor que trabajaba de lunes a sábado en un mercado ubicado en el centro de la ciudad; Tomás, un peluquero y estilista con un gran futuro en la industria de la moda. Ellos tres eran un año menor que él y tenían vidas tranquilas, o al menos eso parecía.
Román era un hombre extrovertido, confiable y puntual. Su piel porosa tiraba a moreno, sus ojos eran color café, su extenso cabello rizado de color bruno parecía un conjunto de resortes, sus cejas gruesas le cubrían la parte alta del rostro, sus ...