Llorando por un orgasmo
Fecha: 15/01/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Einar Cano, Fuente: CuentoRelatos
... caderas y clavaba sus dedos en mis carnes, sacaba su polla muy despacio y volvía a enterrarla en mis entrañas, mi pene y mis huevos se movían al ritmo de sus embestidas, poco a poco comencé a sentir placer.
- Ah aahh mi culo, mi culo ah.
- Oh maricón, te voy a preñar, te voy a llenar de lecheee.
Incrementó el ritmo, continuaba follándome con violencia pero más rápido cada vez, su polla larga me estaba haciendo gemir, la humillación y el dolor habían dejado paso al placer.
- Ay Ayyy.
- Al final vas a disfrutar maricón.
Su polla entraba y salía de mi culo, sus golpes de pelvis en mis nalgas sonaban con el típico sonido de aplausos, el tío bufaba y mi esfínter cada vez cedía con más facilidad a esa polla.
- Estas gozando perra.
- Mi culo, ay mi culooo.
- Siii, tu culo, te lo voy a reventar puto maricón de mierda.
No se cuanto tiempo estuvo así, había cogido el ritmo y su polla entraba y salía incansable, el tipo gruñía como un cerdo y jadeaba como un perro cuando se folla a una perra y estaba claro que la perra era yo.
Mi cuerpo comenzó a temblar, me venía el orgasmo, me subió desde los geniales por el vientre hasta el pecho y la cabeza, explotó haciendo que mis piernas se doblaran, largué una buena cantidad de semen, se me escapó un gemido involuntario salido de lo más hondo de mí.
- ...
... Vaya, te lo estás pasando bien maricón.
- Ay mi culo, me lo has reventado cabrón.
- Oh maricón, me corro, me corro.
Me dio una embestida y me clavó la polla tan hondo que creí que me llegaba al estómago, noté en el esfínter las contracciones de su pene mientras se corría, se apretó contra mi y estuvo así hasta que su polla empezó a menguar y se salió, noté su lefa cayendo por mis piernas, acabé sentado en el suelo, llorando.
- Esto va de propina maricón de mierda.
Comenzó a mear sobre mí, su orina cálida cayó sobre mí cabeza, mi espalda, mi cara, mi culo, la humillación llevada al extremo, cuando acabó se marchó, me dejó solo allí, tirado entre sus orines, recogí la ropa y me vestí, en la puerta de la estación había una mujer con un perro pidiendo limosna, le eche los treinta euros en el plato.
En cuanto llegué al piso tire la ropa a la basura, me puse un enema, quería limpiarme de aquella leche que llevaba en el culo, luego me metí en la ducha y lloré mientras el agua caía por encima, lloré porque a pesar de la sordidez del sitio, de la violencia, de la humillación, aunque, ¿a quién quería engañar? No fue a pesar de todo eso, fue debido a eso que había tenido uno de los orgasmos más intensos de mi vida. Me juré a mí mismo que jamás repetiría la experiencia.
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