Papá me lame la cola
Fecha: 17/01/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos
... estaba boca abajo no me pareció mal. Me saqué el polo y me quedé boca abajo. Con la espalda desnuda. En ese momento pensé que mi short de pijama era de un color crema muy claro y medio traslucido y que mi tanga era negra. Me dio un poco de vergüenza pues resaltaría, pero no pensé más en ello.
Papá comenzó a hacerme masajes desde los hombros. Bajaba poco a poco. Sus dedos firmes encontraban mis contracturas y en movimientos circulares las desactivaban. Me iba sintiendo cada vez mejor. Bajo con sus masajes hasta el borde de mi short de pijama. Justo por encima de donde empiezan mis nalgas.
Estuvo varios minutos así, en un masaje descontracturante que me reconstituyó. De pronto me dijo, hija, te voy a hacer un masaje “más relajante”. Para mis sus masajes eran relajantes. No lo entendí, pero le dije “sí papá”.
Cambió completamente de técnica. Sus dedos fuertes y firmes pasaron a ser caricias susurrantes sobre mi espalda. Comencé a sentir sus yemas flotar sobre mi piel y por instantes el ligero arañazo de sus uñas. De pronto se inclinó sobre mí y sentí su respiración sobre mi piel. A una distancia mínima, pero sin tocarme. El relajamiento que sentía se fue transformando poco a poco en calentura. Sus masajes eran ahora una caricia.
Mi concha se fue humedeciendo. Sin querer separé mis piernas. Mi papá se dio cuenta pues dejó un instante de “masajearme”. Pero luego continúo. Sus dedos ágiles bajaban desde mi cuello, recorriendo toda mi espalda hasta el borde de mi short ...
... de pijama.
En algún momento, sus dedos comenzaron a masajear mis nalgas. Sobre el short de pijama. Con la firmeza de sus primeros masajes, sentí una relajación distinta, mezclada con calentura. Con sus dedos gordos presionaba hacia dentro de mis nalgas, cada vez más cerca de mi culito.
La calentura mezclada con la relajación me hacía dar pequeños suspiros. Papá estaba, seguro, demasiado caliente ya. Yo lo suponía, pero entre nosotros no había palabras. Sus manos y dedos hablaban sobre mi cuerpo. Papá me preguntó, ¿quieres relajarte más?, suspirando le dije “si papá”.
Él hizo una pregunta indirecta. Yo le di una respuesta directa. Sin darme más tiempo a reaccionar, jaló mi short de pijama hacia abajo. Me lo sacó y quedé allí, boca abajo, nalgas arriba, sólo en tanga frente a papá.
Siguió con sus masajes sobre mis nalgas. Sus dedos gordos avanzaban cada vez más hacia mi culito. Mi concha era ya una sopa de tanto placer acumulado. Sin preguntarme nada sacó la tanga. Supongo pensó que preguntar cortaría el momento. Seguía boca abajo, ya completamente desnuda para los masajes de papá.
Sentí como sus manos, al masajear, separaban mis nalgas y dejaban expuesto mi culito. En ese momento, tenía 22 años, aún era virgen por allí. Poco a poco sus dedos gordos llegaron a mi culito virgen. Comenzaron a acariciarlo, a jugar con él, mientras los demás dedos seguían el juego del masaje.
Mis gemidos se hicieron eternos, todo el tiempo estaba gimiendo del placer que sentía. De ...