Café
Fecha: 22/01/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... embargo, en el momento en que reconocí aquel tacón que ya se introducía en el interior del local precediendo a la pierna enfundada en unos jeans, me tranquilicé; mas no del todo: ¿qué quería aquella mujer a esas horas? Agachada, Ángela metió la cabeza y dijo: "Hola". "Hola", dije; "Uff, qué nochecita", exclamó Ángela; "¿Qué ocurre?", pregunté; "No, nada, nada", dijo Ángela. Por como arrastraba las consonantes, supe que estaba bebida. "Oye, jefe, ¿me pones un whisky?"; "Hemos cerrado"; "Vamos, jefe, no te hagas el duro, que sé que no me quitas ojo", dijo Ángela, arrojando la chaqueta sobre una mesa.
Ángela llevaba puesto un body palabra de honor que resaltaba la belleza de sus tetas. "Uno sólo", dije; "Trato hecho", dijo Ángela mientras se acercaba más a la barra. Le serví la bebida. Ella encendió un cigarrillo. "Está prohibido fumar", dije; "Venga ya, jefe", soltó ella riendo. Pasaban los minutos y los dos permanecíamos en silencio: únicamente se oía el teclear de mi calculadora y el entrechocar de sus hielos. "Jefe", habló Ángela, "hoy, esta noche, mi novio ha cortado conmigo", se detuvo. Luego continuó: "Dice que necesita aires nuevos, figúrate jefe, ¡aires nuevos!, una botella de oxígeno le daba..., si yo sé que se está follando a la putilla de su coordinadora, ¿a quién quiere engañar?, aire dice, aire, y... ¿qué tendrá esa que no tenga yo?, todas tenemos lo mismo..., culo, tetas... y coño, que es lo importante, bueno, y boca, ya ...
... sabes jefe, para hacer mamadas", Ángela notó que sus últimas palabras me habían puesto incómodo. Siguió: "Jefe, ¿te gustan las mamadas?"; "Mi mujer no me las hace"; "Acabáramos", dijo Ángela, y, ni corta ni perezosa, se encaramó a la barra y, de un salto, cayó junto a mí. "Tú sigue, tú sigue cuadrando la caja, que yo me ocupo de todo, esta se la dedico al cabrón de mi novio". Yo estaba sentado en un taburete frente al mueble donde está el ordenador, y Ángela se coló en el hueco, se hizo sitio, se arrodilló y me quitó el cinturón, me desabotonó el pantalón y me abrió la portañuela. ¿Era real? Fue real.
Se metió mi polla entre sus labios húmedos, acariciándomela, lamió despacio prepucio y frenillo, comió más, hasta que se la introdujo entera en su boca y la saboreó como un manjar. "Oh, oh, oh", gemía yo; "Sigue, jefe, sigue haciendo caja", dijo ella abandonando su tarea durante unos segundos, luego cogió aire y continuó. Qué maravilloso placer sentí, jamás lo podré olvidar. Sentí que ya estaba a punto de correrme y creí conveniente avisar: "¡Me corro, me corro!", Ángela, entonces, escupió la polla de su boca, la empuñó con una mano y me terminó pajeándome: mi semen cayó desordenadamente sobre su cara; ella suspiraba: "Ah, humm, ah, hummm". Miré hacia abajo y vi la babaza del semen en sus mofletes, en su nariz, en su barbilla; las gotas que resbalaban hacia la comisura de sus labios y la punta de su lengua capturándolas: "Humm, sabe a... café".