El café, con leche caliente, por favor [H][M25][M37]
Fecha: 24/01/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... pongo?" con una sonrisa espectacular.
-"un café con leche" le respondo mientras corro al baño, abro las puertas y lo inspecciono todo. Nada en el de mujeres. Tampoco en el de hombres… ¿les habré interrumpido?... Entonces no sonreirían tanto.
Nada.
Había conseguido olvidarme, pero esto me huele a chamusquina. Mi sentido femenino del cotilleo se agudiza hasta doler.
Ni siquiera un simple condón en el cubo de higiene personal del baño de señoras. Seguro que por eso ha ido a la cocina a tirarlo a la basura.
Extrañada vuelvo afuera. No me importa que folle en el baño de su bar, ella sabrá. Pero me reconcome el "no saber", el tener esa sensación de ver todas las piezas del puzzle ante mis ojos y ser incapaz de ponerlas en orden.
Cristina bebe de una taza. La deja y me pregunta: "leche natural o caliente".
-"Caliente", le respondo automáticamente. Me fijo en ella, en todos sus movimientos, pero nada indica lo que puede haber pasado en el baño.
Sólo bebe y bebe de esa taza. Yo me fijo en su entrepierna buscando signos de humedad, en su caminar, en su peinado… De nuevo nada. Todo perfecto, como siempre.
Le pago y vuelvo al trabajo. Sigo inquieta pero más tranquila que el otro día. Hoy ni siquiera logro imaginarme nada. De hecho no tengo pruebas de nada. Igual estaban haciendo pis o evacuando los dos... Pero algo en mi interior me dice que no, que algo pasa ahí... ¡¡¡Y debo saber que es!!!.
A la tarde siguiente fui un poco antes. Sin decir nada me colé ...
... en los baños. Los dos tenían las puertas cerradas y no hice nada para abrirlas, sólo me limité a escuchar. Nada. No podía ser. Nadie folla tan en silencio. Aunque sea el ruido de las carnes al chocar o el piqueteo de una hebilla de cinturón rozando el suelo, o un gemido. Nada. Y entonces sí lo oí. Un gruñido de hombre. Un "Dios" gritado con ansia orgásmica. Pero ni rastro de un gemido femenino... Salí con el mismo silencio con el que había entrado y ocupé la mesa de siempre.
Cristina no tardó en salir. Me vio y, de nuevo sin abrir boca se fue a la barra, cogió una taza y se metió en la cocina.
El hombre que salió ese día era de unos 40, pelo canoso y, como todos, se fue sin pedir ni pagar nada, pero me di cuenta de algo... salía con una pequeña taza roja en su mano. Cristina volvió con su propia taza en la mano y repetimos lo de cada día: -"que te pongo?"-
-"un café con leche"-
-"leche natural o caliente"-
-"Caliente"-
Me lo sirvió y volvió a sorber de su inseparable taza.
De nuevo volví al baño y salí con el mismo resultado del día anterior: nada.
Esa noche no pude más. Mi mente necesitaba pensar en lo que pasaba en esos baños y volví a imaginarme a Cristina sentada sobre el regazo del desconocido, cabalgándolo, moviendo sus caderas de adelante a atrás... Y a él tapándole la boca para apagar sus gritos y ella chupando esos dedos desesperada mientras la polla se hunde en su coño una y otra vez hasta correrse dentro.
De nuevo llego a casa con unas ...