Le comí el coño a la mujer de un amigo
Fecha: 05/02/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: marimont, Fuente: CuentoRelatos
Desde hace muchísimo tiempo la mujer de un amigo siempre me ha puesto cardíaco, me atrae un montón y llevo años deseándola desde un día en que un roce mágico e inolvidable de sus preciosas tetas con mi brazo se prolongó eternamente durante unos minutos sin apartarnos el uno del otro disimuladamente para que su novio por entonces (también presente en aquella fiesta) no se percatara.
Por las tímidas miradas cómplices y por las sonrisas picaronas que hay siempre entre nosotros dos cada vez que coincidimos todos los amigos quiero pensar que la atracción es recíproca y que ella también me tiene las mismas ganas que le tengo yo a ella.
Jamás deseé tanto a una mujer como deseo a María José y es que la persuasión que me transmite hace que un hormigueo me recorra por todo el cuerpo cada vez que nuestras fijas miradas se cruzan. Parece que por momentos el tiempo se detiene unos instantes, y viciosamente nuestros ojos se quedan fijados los del uno en el otro tonteando disimuladamente como adolescentes, pero la intensidad que se percibe es la de dos personas maduras que a escondidas se desean con pasión.
Llevamos años jugando a este peligroso juego que nos atrae a los dos, es como si nuestras cómplices miradas fueran las que ponen los cuernos a nuestras parejas, nos excitáramos con las miradas, y esperamos a ver quién aguanta más hasta esquivar la del otro, es como si folláramos con la mirada, podríamos hasta decir que nuestras miradas son en cierto modo adúlteras. Y así han ...
... ido pasando los años, entre roces disimulados pero buscados, entre fijas miradas y sonrisas dedicadas y picaronas.
No hace mucho, aquella noche la velada había transcurrido como siempre, con una cena con anécdotas mil veces ya relatadas y luego con las copas de rigor, y como siempre con María José y yo buscándonos y encontrándonos intermitentemente con la mirada, pero como siempre con disimulo.
Después de las dos primeras copas un poco tranquilas algunos de los amigos decidieron irse a casa mientras que los demás optamos por cambiar de garito a uno que estuviera algo más animado. El camino hasta el otro garito era de unos diez minutos andando, así que los dos vagos (uno de ellos el marido de María José) decidieron mover el coche hasta un lugar más próximo al nuevo lugar. Al comenzar el trayecto María José y yo íbamos andando charlando juntos, sin darnos cuenta en la noche perdimos a los que iban delante nuestro y en una pequeña placita apartada sucedió lo que algún día tenía que suceder.
MJ: Creo que los hemos perdido
Y: Pues va a ser que sí, habrán tomado otro camino
MJ: Pues me duelen un poco los pies, ceo que los zapatos me han hecho una herida
Y: A ver, déjame ver (y agachándome le quite uno de los zapatos que llevaba)
Se apoyó sobre la pared del zaguán de un portalillo y la tomé el pie delicadamente con la mano y acariciándoselo levemente le dije después de vérselo
Y: Pues tienes una pequeña rozadura en el talón, ¿te molesta?
MJ: Si, y me escuece ...