Sara viaja sin billete
Fecha: 23/02/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
El asiento de madera vibraba bajo las posaderas de Sara, una mujer madura, atractiva, de pelo largo, que viajaba sola en un compartimento pensado para cuatro. El viejo tren, con gran esfuerzo, bufaba, jadeaba y dejaba escapar ventosidades mientras ascendía por la ladera de la montaña. El paisaje, iluminado por un sol de atardecer, era hermoso y misterioso a un tiempo.
Sara se levantó de su asiento y metió la mano bajo sus pantalones de lino blancos, aquel masaje irregular era adictivo y no le molestaba que la tela de las bragas se colase por la raja de su culo. De hecho, deseaba sacarlas de allí para experimentar de nuevo esa invasión gradual.
En cierto modo todo aquello era triste. Estaba cansada de la soledad, de la falta de calor. Sí, aquello era muy bonito, la naturaleza, el encontrarse con una misma, el tener tiempo y recursos para hacer lo que una quisiese, el ser libre. Sin embargo, la masturbación, a veces egoísta, no era la panacea. El recuerdo venía una y otra vez. La vida en pareja no había sido idílica, le había quitado parte de esa libertad. Había habido reproches y se había quedado a medias muchas veces y sin embargo, sin embargo añoraba todo aquello. Añoraba el perfume de su piel, el tacto de sus manos ásperas; echaba de menos los brazos que rodeaban su cuerpo y los besos que la dejaban sin aliento.
El tiempo, siempre caminando hacia adelante, pasó a su implacable ritmo, ajeno a las inquietudes humanas. Fuera del tren, la noche había oscurecido todo, ...
... dejando que la luz y el foco del relato se centrasen en iluminar lo que ocurría dentro de ese habitáculo.
- El revisor. - anunció una voz profunda.
Sara, que se había quedado entrevelada, recuperó sus sentidos y mecánicamente buscó en su bolso el billete.
No estaba.
"¿Dónde lo habré puesto?" pensó mientras los nervios se agarraban a su bajo vientre.
Un hombre algo mayor que nuestra protagonista, uniformado de azul oscuro, con barba y visera, abrió la puerta corredera y preguntó con educación.
- Su billete, por favor.
La viajera levantó la vista y con la cara iluminada por la vergüenza de aquellos que no están habituados a saltarse las reglas confesó.
- No lo encuentro. He debido perderlo.
El revisor la miró a los ojos durante unos instantes mientras Sara, en un intento fútil, removió con manos temblorosas el contenido del bolso una vez más.
Allí no había nada.
- Tengo que sancionarla. - dijo finalmente el hombre.
Sara se levantó y se acercó a aquel tipo. Olía bien y no estaba mal.
- Sabe... - comenzó a decir la mujer.
- ¿Qué tengo que saber? - respondió el aludido sonriendo de un modo particular.
En ese momento, sin saber muy bien de dónde venía aquel impulso, Sara besó en la boca al revisor.
El revisor no la rechazó y devolvió el beso con pasión.
Cuando se separaron, Sara le miró a los ojos durante un par de segundos y volvió a la carga. Esta vez el hombre tomó el rostro de la mujer en sus manos deteniendo el contacto.
- ...