Sara viaja sin billete
Fecha: 23/02/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
... La sanción, ¿recuerdas?
El corazón de Sara comenzó a latir con fuerza.
- Contra la ventana.
La mujer obedeció apoyando las palmas de sus manos contra el grueso cristal.
No ocurrió nada de inmediato.
Aquel tipo sabía jugar con los tiempos y crear tensión.
El caso es que estaba funcionando y la tensa espera no hacía más que aumentar la excitación de la mujer que, fuera de su zona de confort, no tenía certeza alguna de lo siguiente que iba a pasar.
De repente, el revisor apartó el cabello de la viajera acariciando y dejando a la vista su cuello para después, sin avisar, darle un chupetón que la hizo estremecer.
De nuevo, el cuerpo de Sara se preparó para más de aquello y de nuevo el varón la sorprendió con algo inesperado.
Un contundente azote en las nalgas.
Y poco después otro.
La mujer contrajo las nalgas preparándose para un tercero pero este no llegó. En su lugar, las manos de aquel tipo sujetaron con suavidad pero con firmeza su cabeza y en su oído notó la húmeda presencia de una lengua que se movía con rapidez generando cosquillas e impulsos eléctricos que recorrían su cuerpo.
Sara gimió incapaz de contenerse.
- Mereces más azotes. - susurró el revisor en su oído sin darle tregua.
- Bájate los pantalones.
La viajera sin billete obedeció desabrochándose y bajándose ...
... los pantalones. De nuevo las braguitas, traviesas, se habían metido por la rajita del culete.
El hombre contempló el espectáculo durante unos segundos y luego con su mano derecha, en dos intentos, bajó las bragas de la mujer dejándola, ahora sí, con el culo al aire.
Luego llegaron cuatro azotes, alternando nalga derecha e izquierda.
Para entonces Sara estaba muy caliente y tomando la iniciativa de nuevo se giró y besó al revisor.
Este le agarró las nalgas apretando su cuerpo contra el de ella.
Luego se desabrochó la camisa, desnudando el torso.
Sara hizo lo mismo, dejando sus pechos al aire.
El revisor pellizcó los pezones, los chupó y pasando la lengua dibujó círculos a su alrededor.
Sara gimió, observó por el rabillo del ojo el bulto bajo los pantalones del revisor, se llevó la mano a la entrepierna y empezó a frotarse.
Pronto llegó el orgasmo.
El tiempo, caminando siempre hacia delante, pasó.
El anuncio despertó a Sara. El tren había llegado a la estación.
La mujer notó las bragas húmedas. Por fortuna los pantalones estaban secos.
Se levantó y cogió el bolso y el resto del equipaje.
Las bragas se habían vuelto a meter en la raja.
Pero esta vez no hizo nada por sacarlas.
Fuera del tren, en el andén de la estación, abrió el bolso y buscó el billete.
No lo encontró.