1. Un chico lindo, demasiado lindo (2)


    Fecha: 31/10/2018, Categorías: Dominación / BDSM Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... vieja y de inmediato todos se metieron en la pieza del viejo. La “señorita” arrojó al chico hacia delante de un empujón y entre Ermelinda y Pola lo pusieron de rodillas contra el borde de la cama para después inclinarlo sobre ella. El pobrecito temblaba de miedo mientras las tres viejas doblaban en dos sus respectivos cinturones empuñándolos con firmeza. Pola y Ermelinda se colocaron a la izquierda del chico, Rosa a la derecha. Las tres miraron con morboso deseo durante algunos segundos esa colita perfecta, esos muslos largos y tan deliciosamente torneados, y por fin comenzó la azotaína. Pegaban por turno, comenzó la “señorita” y le siguieron Ermelinda y Pola en ese orden que se fue repitiendo una y otra vez mientras el chico gemía o gritaba según la fuerza del azote y cada tanto suplicaba, por cierto, que inútilmente. Le daban en las nalgas y en determinado momento lo obligaron a separar las rodillas para poder pegarle también en los muslos, por afuera y por adentro. El chico lanzaba verdaderos aullidos cada vez que recibía un cintarazo en esa zona tan sensible, donde la piel era sumamente delicada.
    
    Don Benito ya tenía la verga totalmente en forma, bien dura, estimulado por el sádico espectáculo que presenciaba.
    
    El chico había empezado a llorar desconsoladamente y al mismo tiempo gritaba cada vez que un cinto restallaba impiadoso en su carne estremecida, sobre la piel ya muy roja de las nalgas y los muslos.
    
    Las tres viejas bufaban excitadas, con sus rostros ...
    ... arrebatados, y fue Rosa quien, haciendo un esfuerzo y advirtiendo que si seguían con la zurra pronto iban a producir heridas, dispuso terminar el suplicio.
    
    -No quiero que lo lastimemos. –dijo. –No por piedad, sino para no afectar su belleza con heridas.
    
    -Sí, de acuerdo. –dijo Ermelinda mientras trataba de normalizar su agitada respiración. Pola le dio en las nalgas un último azote y luego coincidió con ambas.
    
    Don Benito se sentó en el borde de la cama, junto al chico, que seguía llorando y se frotaba las nalguitas tratando de aliviar el doloroso ardor que sentía, se quitó los zapatos y las medias, se despojó de la camisa y por fin los pantalones y el calzoncillo y se acomodó contra la cabecera de bronce, con las piernas encogidas y las rodillas bien separadas.
    
    -Ya tengo lista la mamadera. Acomódenlo. –dijo sosteniendo su verga erecta con la mano derecha.
    
    Las viejas tomaron al chico como si se tratara de un bulto y lo pusieron de rodillas ante el vejete, para después inclinarlo hacia delante, Ermelinda y Pola por los hombros y Rosa por la nuca.
    
    -¡Abre la boquita, niño! –le ordenó don Benito. -¡Vamos, cómetela!
    
    El chico tenía el rostro bañado en llanto y vio la verga a través de las lágrimas que nublaban sus ojos. Para su extrañeza, sintió que tener que hacer lo que se le ordenaba era casi nada comparado con el sufrimiento que acababa de padecer. Cerró los ojos, abrió grande la boca y de pronto sintió dentro de ella esa cosa dura y palpitante.
    
    -¡Chupa! ¡Chupa! ...