Sexo en la biblioteca
Fecha: 25/02/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos
... conmigo. Sentado en la taza, frente a mí, empezó a lamer mis axilas, besarme los pezones, el pecho y el vientre mientras yo mismo me sacaba la camiseta.
Intentaba no gemir, mantenerme en silencio, para no llamar la atención. Pero me lo ponía difícil. Su lengua en mi piel levantaba sensaciones que nunca había tenido, que nunca había disfrutado.
Empezó a abrirme los vaqueros, cuando todavía no había bajado los brazos él estaba bajando mi slip y mi polla ya bien dura saltó frente a sus ojos. La miró con admiración aunque era evidente que no era la primera que veía. Tenía más experiencia que yo.
En cambio para mí ver la suya, si seria mi primera vez. No paró ahí, le dio una lenta, eterna lamida desde mis huevos peludos que tenía sujetos en una mano hasta el morado glande que se metió entre los labios con un ansia feroz.
Con la otra mano seguía bajándome la ropa hasta los tobillos. Abrí las piernas como pude para que con esa mano pudiera acariciarme las nalgas y puede que deslizar un dedo en mi ano.
Sabía como hacerme gozar con su boca y sus manos. Me agarraba las nalgas con fuerza, amasandolas. Las abría buscando mi ano con un dedo. No me penetraba, solo lo acariciaba haciéndome desear más.
Levanté su cara sujetando su barbilla para volver a besarlo dándole mi lengua, dejando caer mi saliva en su boca. Se puso en pie para que pudiéramos estar mucho más juntos. Abriendo sus vaqueros a la vez que nuestras lenguas se cruzaban, con prisa.
Necesitaba ver y ...
... tocar su polla, tenerla en la mano y pasear la lengua por ella. Pronto conseguí bajarle el pantalón y el slip hasta la mitad de sus torneados muslos. La tenía tan dura como yo, puede que incluso más. Cogió las dos pollas con su mano y las frotaba juntas.
De pie en el estrecho espacio comiéndonos los morros con las duras pollas cruzándose y rozándose. Las manos recorriendo el cuerpo desnudo del otro. Manteniéndonos en silencio pues de vez en cuando alguien entraba a aliviarse. Agarrando sus nalgas y amasándolas fuerte con mis manos y deslizando un dedo en el interior de su ano.
Pero eso no es lo que quería yo. Buscaba comprobar mis deseos, mi imaginación, y por ello quería tener su rabo. Verlo, saborearlo, fui bajando por su pecho lamiendo su piel. Mordisqueaba sus pezones, lamía su vientre, metía la lengua en su ombligo retrasando en momento que tanto deseaba.
Por fin sentado en el inodoro tenía frente a mí su hermosa polla. Saliendo de una mata de ensortijado vello rubio su bonita polla con las venas marcadas y el pulido glande morado. Era todo lo que deseaba, bueno y el resto de su cuerpo también, no pensaba conformarme. Pero una polla, la había deseado durante meses y por fin la tenía allí ante mí.
Empecé a darle besos, todo el tronco, los huevos que parecían guijarros de río en el escroto arrugado. Y por fin el glande, duro, púrpura, pulido. Me encantaba pasar la lengua por él. Ensalivarlo y luego recogerla con mi lengua.
Me lo metí en la boca, lo chupaba con ...