Después del sexo. Diálogo y tabúes
Fecha: 11/03/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos
Laura abrió los ojos y enseguida el olor de la colonia de su pareja inundó sus fosas nasales.
Estaba en cama, desnuda bajo unas finas sábanas color celeste. A su lado dormía su hombre, también en cueros. Un tipo algo rudo pero leal. Pelo en el pecho, en las piernas y en el culo. También vello ahí, rodeando el pene.
Con cuidado, la mujer levantó la sábana y echó un vistazo al miembro encogido. Laura era una de esas a las que le gustaba chuparlo. No lo consideraba humillante, de hecho la ponía bastante el oírle gemir mientras practicaba la felación. Luego le decía que se diera la vuelta y exploraba con su lengua la rajita de aquel trasero velludo. A veces metía la nariz y aspiraba.
Aquello hacía que Juan, que así se llamaba su compañero, se pusiese rojo y balbucease palabras que expresaban su vergüenza y disconformidad.
Varias veces había estado a punto de pedirle que se tirara un pedo en su cara. Pero viendo lo nervioso que se ponía con la exploración, siempre desistía de su empeño. La humillación tenía un límite. Quería a aquel hombre, deseaba ser respetada. Y por nada del mundo quería poner en peligro una relación que iba mucho más allá del sexo.
Sin embargo, todo aquel tema la preocupaba. Aunque hablaban abiertamente y había química entre ellos, intuía que Juan tampoco llevaba a cabo todas sus fantasías.
Por un lado era delicado en la cama, la llenaba de caricias y le chupaba los pechos hasta hacerla gemir. Luego estaba el coito, acompañado de adictivos ...
... besos en la boca llenos de saliva y ruiditos. La posición que más practicaban era la de misionero, pero, en un par de ocasiones, él la había tomado por detrás y había sido rudo. Bueno, solo un poco rudo. Era como si se contuviese por miedo a hacer daño.
Una vez le había pillado viendo videos de azotes. Incluso cuando en alguna película salía una escena de latigazos, notaba su desasosiego. Al principio pensó que le desagradaba esa violencia pero, el miembro haciéndose grande bajo sus pantalones mientras el cuero marcaba la espalda o los glúteos de la infortunada, decía otra cosa.
La verdad es que Laura no estaba segura de que eso de los azotes fuese placentero. Quizás si él se lo proponía accedería a presentar el pompis para una zurra, pero bueno, de todas maneras, algo le decía que eso nunca iba a pasar. Y tampoco es que fuese algo que la apeteciese así de primeras.
De repente tuvo miedo.
Miedo a que en el terreno sexual sus tabúes auto impuestos, sus deseos ocultos, nunca llegasen a materializarse y con eso, de algún modo, el deseo que tenían uno y otro desapareciese.
Juan abrió los ojos y se estiró mientras sonreía.
Antes de darse cuenta de lo que hacía, Laura se decidió a hablar con sinceridad.
- Oye Juan, ¿a ti hay algo que te gustaría hacerme en el terreno sexual y no lo haces por miedo a lo que pueda ocurrir?
El hombre la miró y respondió.
- No, yo creo que soy feliz. Eres tan atractiva en todos los sentidos.
Laura sonrió complacida, pero ...