1. Después del sexo. Diálogo y tabúes


    Fecha: 11/03/2025, Categorías: Confesiones Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    ... insistió.
    
    - Ya, ya y te gusta mi culito de película. Pero no te escabullas y dime. ¿Te gusta algo? ¿tienes algún fetiche?
    
    - ¿Fetiche? ¿cómo qué?
    
    - Azotes por ejemplo.
    
    El hombre tragó saliva, dudó un instante, y respondió sin salirse del guion.
    
    - Bueno, pensar en poder hacerte daño cuando tu solo mereces...
    
    - ¿Cómo sabes que no me gusta? ¿acaso me has preguntado?
    
    - ¿Te gusta? - dijo Juan con un matiz de sorpresa en su voz.
    
    - No... no estoy segura.
    
    - ¿Y tú? Tienes algún... - preguntó el varón.
    
    - Sí, pero... es vergonzoso y... y no sé si funcionaría y... bueno, siento curiosidad por saber que pasaría si te tiras un pedo mientras te como el culo.- confesó Laura enrojeciendo violentamente.
    
    - ¿Una ventosidad? La verdad es que... así de primeras.
    
    - No, no te preocupes... ni yo misma estoy segura de... bueno ya sabes el olor y eso y es humillante también y yo también...
    
    - Ya, tú también querríais soltar gas.
    
    - Ya... pero todo esto está en mi coco y bueno... no creo que sea una buena idea.
    
    Se hizo el silencio durante unos minutos.
    
    - Oye, y si... -dijo al fin Laura- Y si contratamos a ...
    ... alguien... algún voluntario... por ejemplo una chica. Yo creo que con una desconocida me atrevería.
    
    - Ya... - dijo Juan con dudas.
    
    - No, no me mal interpretes. Yo solo quiero hacerlo contigo... la idea sería compartirla... No sé, me gustaría verte azotar a otra en un juego de roles y yo podría, bueno, podría meterme en una habitación con ella e intercambiar gases...
    
    - Podría funcionar... ¿por qué no? - concedió el hombre unos instantes después.
    
    - Porque lo de la chica te excita ¿no?... sí, yo creo que nos vendrá bien... - reflexionó Laura en voz alta leyendo aceptación en los ojos de su hombre.
    
    Aquella noche soñó con ella. Primero observó como la muchacha mostraba sus nalgas y recibía los azotes de Juan. Luego, en un cuarto privado, la invitada y ella, totalmente desnudas, por turnos, olfateaban sus anos y soltaban ventosidades mientras se masturbaban. Al principio el olor no era agradable, pero enseguida se acostumbraron y pronto los gemidos del placer que nace de la imaginación inundaron todo.
    
    En la habitación de al lado, Juan, también imaginaba y disfrutaba jugando con su miembro duro camino a la eyaculación. 
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