1. Desinhibición


    Fecha: 14/03/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos

    Varias veces les he comentado que con mi amante soy muy desinhibida. También, que fue debido a lo que hice junto con Bernabé –posar desnuda para él y después acceder a publicarlos en una página de intercambios; escribir los primeros relatos de nuestra relación y publicarlos– tuve un gozo tremendo en comunicarme sin cortapisas, por correo, con cientos de personas. De la misma forma, aprendí a ser más directa en mis peticiones sexuales con mi marido y llevarlo, a veces lentamente, a donde he querido.
    
    Desde luego que todo lo anterior también benefició a mi marido. El ejemplo más nítido fue el dejarme penetrar por el ano, además de masturbarnos conjuntamente por video llamada cuando él está trabajando en otra ciudad.
    
    Al reflexionar sobre ese cambio en mi personalidad, me pregunté, como punto de comparación, ¿así pasará con la mayoría de las mujeres que son infieles? Releí algunos de los relatos que, según los autores, eran casos reales, para ver si directamente o entre líneas se manifestaran como una respuesta a mi pregunta. También me eché varios cafecitos con algunas amigas y vecinas que sé son infieles, o me habían contado de alguien cercano a ellas (sobrina, comadre, hermana, amiga, etc.) que lo eran. Logré tipificar algunas situaciones que narraré en tres casos a quienes asignaré nombres ficticios. Debo aclarar que en todos los casos que escuché, incluidos los que presento, la personalidad de infidelidad ocurrió entre los 22 y 35 años (no me referiré a la ...
    ... infidelidad que no propició modificaciones notorias de conducta, pues continuaron con el mismo comportamiento que antes).
    
    Arcelia. Se casó a los 20 años porque le parecía buen partido quien se lo pidió. Además, convino con su marido en que ella seguiría trabajando como secretaria pues había estudiado para esa ocupación. Arcelia había dejado un noviazgo anterior, bello, según ella, donde su novio se encandiló con otra que quedó embarazada y ellos tuvieron que casarse. Llegó virgen al matrimonio, pero en el altar ella se preguntaba “¿Qué hago yo aquí?” pues no sentía, ni de lejos, amor por su marido a quien sólo le importaba lo material y tener una mujer “para sentar cabeza” pues éste ya había trotado demasiado. Tuvieron dos críos.
    
    Por más que luchó contra su deseo de sentir algo por su marido, nunca pudo hacerlo y no sabía qué era un orgasmo más allá de los pocos y desangelados que ella lograba en sus momentos de autosatisfacción. De nada sirvieron sus consultas con el psiquiatra y los consejos que éste le daba. Así que, en un arranque de frustración, a los 30 años ella decidió entregarse al primero que le motivara alguna atracción fuerte. Dos intentos fallaron pues ella se decepcionó cuando trató más a los prospectos que le habían atraído. Su terapeuta simplemente le dijo que en realidad ella no estaba enamorada de ninguno de ellos.
    
    Las confidencias con sus amigas cercanas y los juegos verbales que se hacían entre ellas, tratándose de putas, rameras, güilas y demás sinónimos ...
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