1. Soy una pecadora (Parte 2)


    Fecha: 14/03/2025, Categorías: Confesiones Autor: Zara Lovecraft, Fuente: CuentoRelatos

    ... vez no lo cuestioné. ¿Qué sentido tendría?
    
    Me llevó a un pasillo que yo no conocía. Había habitaciones.
    
    Y me hizo entrar a una de ellas.
    
    Sólo había una cama y cosas típicas y esenciales para una habitación. El padre me miró con una seriedad que, aparentemente, era una característica típica suya, y me dijo:
    
    –Ahora te diré lo que va a pasar. Voy a quitarte la ropa y no me tomaré demasiado tiempo. Luego, te tiraré a la cama y te follaré como tantas veces he querido hacer. ¿Dijiste que te gustaba duro? Bien, a mí también– sonrió ligeramente antes de agregar–. Tienes pocos segundos para irte si lo de allá afuera fue tan solo una provocación. Odiaría estar tan duro y no poder hacer nada al respecto, pero es tu decisión. No voy a violarte.
    
    Mi cerebro no reaccionó, pero mi cuerpo sí. Mis pezones se endurecieron, mi coño se mojó aún más y sólo podía pensar en él sobre mí haciendo tantas cosas como quisiera.
    
    No me fui.
    
    Y él se acercó a mí dispuesto a tomarme.
    
    Me destrozó la camisa y me quitó la falda con brusquedad antes de meter sus dedos en mí tan, tan rápido y tan deliciosamente. Mi clítoris estaba en el cielo.
    
    –¿Olvidé mencionar que quería saber si estabas mojada o no? Bien, acabo de comprobar que estás empapada. Buena chica.
    
    Lancé un gemido antes de que me lanzara a la cama tal y como había prometido. Reboté en ella.
    
    Sus dedos recorrieron mi cuerpo y yo toqué el suyo.
    
    –¿No es un poco injusta esta situación?– pregunté–. Tú estás con toda tu ropa ...
    ... puesta mientras yo estoy desnuda por completo.
    
    Me sonrió y, créeme, esa sonrisa fue diabólica.
    
    –Sospecho que te encanta esto– lamió el lóbulo de mi oreja y arrastró sus dientes, haciéndome gemir de nuevo. Susurró en mi oído–. ¿Te gusta saber que un sacerdote está a punto de follarte?
    
    –Dios, sí.
    
    –Entonces llevaré puesta la sotana cada maldito segundo, pequeña descarada.
    
    Abrió mis piernas más ampliamente y envolví mis piernas alrededor de sus caderas, preparándome. Él no perdió demasiado tiempo. Se movió y pude sentir cómo su verga se abría paso a través de mi coño y todo se sentía tan perfecto. Grité cuando se lanzó con brusquedad y la fricción se volvió tan disfrutable.
    
    –¿Te gusta esto, hm?– jadeó en mi oído–. ¿Te gusta que un padre esté cogiéndote en una iglesia luego de provocarlo? ¿Te gusta sentirme?
    
    –Me encanta– dije entre gemidos que se hacían cada vez más fuertes.
    
    Él cubrió mi boca con su mano, ahogando los gemidos que rogaban salir.
    
    Acarició mi clítoris y rodé los ojos mientras que él rodó sus caderas. Fue el movimiento más magistral.
    
    Sus gruñidos eran casi ásperos, y bajó su rostro y chupó mis pezones, los mordió para luego lamerlos.
    
    Santa madre, era demasiado.
    
    Me moví todo el tiempo junto a él, acompañando sus movimientos rápidos. Me estaba follando tan duro que el dosel golpeaba una y otra vez la pared junto con sus embestidas celestiales.
    
    Pronto, casi demasiado pronto, la tensión nos sobrepasó. Los dos temblábamos y él comenzó ...