Club de los deseos (parte I)
Fecha: 06/04/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Wil Wil, Fuente: CuentoRelatos
Mudarme a este nuevo sitio significó una experiencia de vida impactante. Cambios en el ámbito laboral, nuevas proyecciones influenciadas por el entorno cultural, estilo de vida y los horizontes prometedores de la ciudad.
En mi antigua ciudad traía una fantasía, que más que por deseo, era una inmensa curiosidad por vivir la experiencia. Después de una salida con una chica de la U, conocer a una mujer un poco mayor y otras salidas de fin de semana, quise experimentar la sensación de follar en un club swinger. Si bien el sitio es fácil de conseguir, admito que es difícil proponerle a tu pareja una salida de ese tipo y la chica que aceptaba, complicaba un poco la ida por la distancia, así que veía el panorama perdido.
Por fin vine a esta ciudad, sin mayores expectativas salía a tomar unos tragos, comer y disfrutar los paisajes de la eterna primavera, hasta que conocí a una chica en una aplicación para citas. 26 años, alta, morena, con unas tetas llamativas que ocultaba bajo su chaqueta y agraciada para compartir. Probamos un par de cervezas mientras decidíamos si comer algo o buscar un sitio más cerrado y acorde a los gustos musicales que apenas descubrimos en la conversación.
Para sentir la libertad de expresarme, la llamaré Isabela, y proteger su nombre real. Así que por fin decidí con ella buscar un sitio para compartir en un ambiente plenamente musical, alzar un poco la voz; pero entrando en confianza con preguntas básicas de nuestras vidas, pasatiempos, deportes, ...
... lecturas y relaciones. Fue en esto último donde el tema se profundizó y por intuición o simple interpretación de sus gestos, vi expresiones distintas en su cara. De vez en cuando me regalaba una sonrisa coqueta y respondía con una de vuelta hasta que nos dieron las 12 y cerraron el sitio.
Era una hora prudente para irnos cada uno a casa, pero la intriga se apoderaba de cada uno; así que seguimos conversando, ya un poco más cerca, más animados por la cerveza artesanal y con preguntas más comprometedoras. Mis manos tocaban su hombro con mucha sutileza. Isabela me miraba sonriendo y apretaba suavemente mi brazo. En medio de todo, llegaba el silencio y las miradas eran tan profundas que un beso no era nada imprudente, sino más bien deseable. Y cuando digo deseable, no imaginan las ganas que se transmitían en casa beso, el deseo expresado en las caricias y una calentura que nos hacía olvidar que estábamos en sitio público.
En un beso a su cuello, acariciaba uno de sus senos con una mano, con la otra apretaba su espalda y la respiración de Isabela era más potente, más sentida. Mi verga se iba poniendo dura y no quise esperar para proponerle ir a un hotel cercano. Así que fuimos lo rápido posible mientras me explicaba que era un poco raro follar con un extraño de Tinder. Y le explicaba que era más raro aguantar tremendas ganas.
Cuando llegamos, quité su ropa y al ver su panty estaba mojada. Así que me emocioné y abrí suavemente sus piernas, rocé su clítoris con mi lengua para ...