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Historias del confinamiento (COVID-19)
Fecha: 07/04/2025, Categorías: Jóvenes Autor: toulouse, Fuente: RelatosEróticos
... en mi boca. A medida que crecía fui sacándola de mi boca hasta que terminé teniendo solo la puntita en mi boca mientras le pajeaba a mano. Según paré para coger aire, sonó super fuerte el típico ruido de vacío. Ese ruido resonó por toda la escalera y enseguida me silenció diciéndome que no hiciera ruidos que se escuchaba mucho. Le pedí perdón y volví a lamerle la polla. Desde abajo hasta la puntita. Y luego con mi lengua le daba vueltas a su puntita. Hasta sujetarla con los dientes y jugar a ser una chica muy mala. Él después me dijo que me sentara en uno de los escalones, que me comía el coño. Yo le contesté que no hacía falta. Me baje los pantalones a las rodillas junto con las braguitas y como un pingüino me apoyé en los escalones. De pie pero con las manos puestas en el tercer o cuarto escalón. Él se puso detrás mío y con torpeza manoseo mi raja. Le costó un poco dar con el agujero en cuestión. Menos mal que no le tuve que recordar que me escupiera en el coño y en su polla. Cuando noté sus dedos entre mis labios ya estaban mojados. Al igual que su polla, que entró instantes después. Apoyado en la barandilla y en mi, me fue metiendo la polla despacio. No sé si era por la necesidad que tenía de sentir así, pero me pareció la mejor sensación del mundo. Una polla durísima y caliente penetrándome. Ambos intentábamos no hacer ruido. Sin embargo era inevitable que se nos escaparan suspiros de placer. Tanto a mí como a él. Cuando la metió completa le pedí que ...
... esperase. Que me la dejara dentro un poquito. Moví mis caderas en círculos y fue mucho más placentero que otras veces. Creo que para él también por cómo respiraba y se agarraba a mi cuerpo. En mitad de esa sensación escuchamos un ruido de maquinaria que nos sobresaltó. Inconscientemente di un brinco y me giré para ponerme medio de lado en el escalón. Le miré nerviosa y muy inquieta. Él me hizo gestos de que no hiciera ruido y de que estuviera tranquila que solo era el ascensor. Efectivamente, segundos más tarde sonó unos pasos y una puerta. Ese momento no fue más que un recordatorio de donde estábamos y del riesgo real de que nos pudieran pillar en mitad del polvo. Realmente me excitó más de lo que parecía. Algo que no me esperaba porque ya he tenido sexo en sitios mucho menos discretos. Tras el pequeño susto, él se sentó en los peldaños y se reclinó como si estuviera tumbado en un jacuzzi. Yo me acerqué, le di un pico y fui deslizándome hasta encontrarme con su polla erecta. Le hice una breve mamada y me intenté subir encima para cabalgar. Él me ayudó y me sujetaba mientras yo encontraba la postura para darle sentones y cabalgar. Era verdaderamente difícil hacerlo y que no sonará el golpe de mis nalgas contra sus piernas. Cada golpe que se escuchaba veía en su cara que se ponía malísimo. No precisamente por placer, que también, sino por miedo a ser escuchados y descubiertos. Lo cierto es que sujetándome, no podía hacer ninguna otra cosa. Aunque intentó varias veces ...