1. La criada. Una escena de azotes y voyeur


    Fecha: 15/04/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: elzorro, Fuente: CuentoRelatos

    El señor Steven entró en su despacho y se quitó el sombrero de copa y la levita.
    
    Se sentó en una butaca de cuero que descansaba tras una mesa de madera, encendió un cigarrillo y contempló el paisaje. A través del ventanal de la mansión podía ver los jardines. El cielo, lleno de nubes, amenazaba lluvia.
    
    Dio una calada al cigarrillo, tomó una pluma y empezó a escribir. "Estimado señor Dylan, me complace comunicarle que..."
    
    Dos discretos golpes en la puerta interrumpieron su labor.
    
    - Adelante. - dijo con voz profunda.
    
    La puerta se abrió y una doncella uniformada, de piel pálida, entró haciendo una pequeña reverencia.
    
    - Disculpe que le moleste señor. La señora me envía.
    
    El caballero observó que la sirvienta tenía las mejillas coloradas y estaba visiblemente nerviosa.
    
    - ¿Qué os ha ocurrido en el rostro? - preguntó.
    
    - Su mujer, la señora, me ha abofeteado. - confesó la muchacha.
    
    En ese momento, una segunda criada, con el cabello corto y algo rellenita, llamó a la puerta y entró en la habitación. Portaba una bandeja de plata con café.
    
    - Gracias, ya me ocupo yo. Puede retirarse. - dijo el varón con impaciencia.
    
    La muchacha salió entornando la puerta sin cerrarla y se quedó con el oído puesto.
    
    - ¿Y qué más? - preguntó el señor Steven reanudando la conversación.
    
    - Me ha dicho que vos os encargaríais de azotarme con la vara. - confesó la aludida muerta de vergüenza.
    
    Fuera, su compañera seguía el diálogo conteniendo el aliento. Aquello ...
    ... estaba excitándola.
    
    - ¿Cómo te llamas muchacha? - dijo el varón tras hacer una pausa para saborear el café.
    
    - Me llamo Mary señor.
    
    - ¿Y cuántos azotes tengo que darte?
    
    - Una do... docena señor.
    
    El caballero guardó silencio. No le gustaba que le interrumpiesen en su trabajo y se preguntó si no habría más personas en esa casa que pudieran administrar disciplina. Sin embargo, la idea de azotar las nalgas de esa joven distaba mucho de ser un inconveniente. Su miembro había empezado a hacerse grande bajo sus pantalones y ese cosquilleo le gustaba.
    
    Pensó en su mujer, la señora. Cierto es que sus pechos ya no eran tan firmes como antaño, pero seguía siendo atractiva, inteligente y con esa mirada que veinte años atrás le había enamorado.
    
    La muchacha, entrelazó las manos mientras aguardaba. No hacía calor, pero sudaba. Las palabras de Steven, con un tono algo más severo, hicieron que se sobresaltase.
    
    - Esta bien Mary. Abre el armario que tienes enfrente, saca una vara y dámela.
    
    La víctima obedeció, se acercó al mueble, hizo girar la llave y extrajo la vara.
    
    - Aquí tiene. - dijo entregando el instrumento de castigo a su señor.
    
    Este agitó la vara en el aire haciéndola silbar.
    
    La doncella contrajo las nalgas involuntariamente mientras notaba como se formaba, fruto de los nervios, una especie de nudo en su estómago.
    
    - Levanta las faldas del vestido, baja las enaguas e inclínate sobre la mesa.
    
    La compañera que aguardaba fuera, llena de curiosidad, se ...
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