La señora Amparo
Fecha: 24/04/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Poncio, Fuente: CuentoRelatos
Mi padre era zapatero remendón en el pequeño pueblo castellano donde vivíamos, desde niño le ayudaba, los zapatos que arreglaba en el día me hacía lustrarlos con cepillo y betún para luego llevárselos al domicilio de sus dueños donde me sacaba propinas que me daban cierta ventaja, o eso creía yo, sobre otros chicos de mi edad.
Las propinas las empleaba en arreglos de la bicicleta, la herramienta principal de mi "floreciente negocio", y en agasajar y regalar cositas a las chicas que me gustaban. Nunca tuve éxito en esa tarea debido a mí exagerada timidez, las niñas se aprovechaban de mis regalos, chuches y algunas veces, flores pero como me quedaba paralizado se terminaban riendo cruelmente de mi, lo mismo que los chicos, que encima ligaban sin ningún problema. Entre los zapatos que había de repartir estaban los de la señora Amparo, que era la clienta que me daba mejores propinas, no solo monetarias, que también, sino que desde chiquito me llenaba de halagos, ¡Pepito pero que niño más guapo eres!, que si "traerás a las niñas loquitas", con el paso del tiempo que si " no te faltarán novietas", que si "cuando seas mayor te las llevarás de calle". Yo siempre la contestaba lo mismo entre balbuceos incomprensibles, " que va señora Amparo", "pues será porque no quieras" y " bueno aún eres niño y eres timidillo, ¿no es así?".
Los cumplidos de la señora no eran nada comparado con la admiración que yo sentía por ella. La señora Amparo era una viuda acomodada, elegante, con ...
... buen porte, de una belleza que me recordaba a las actrices de cine italianas, con esas tetas y esas curvas que para mi temprana adolescencia me resultaban mareantes y superexcitantes. Cada vez que la hacía un reparto me quedaba ante ella en la puerta de su casa, entre anonadado y extasiado, para mi no había mujer más hermosa en el pueblo. En mis fantasías eróticas siempre ocupó un lugar destacado que siempre consideré inalcanzables.
Y así fueron pasando los años, tuve que salir del pueblo para estudiar bachillerato y capacitación profesional. Seguía ayudando a mi padre en vacaciones y fines de semana con la suerte que la Sra Amparo gastaba muchas tapas y suelas de sus zapatos, según mi padre era su mejor cliente, yo moría por llevarle sus zapatos y recibir mi buena propina de duros y piropos, " Pepito vaya hombretón que te estás haciendo" ¿"Sigues sin novia"?....si... contestaba entre balbuceos, "habrá que solucionar eso", contestación que me dejó intrigado. La verdad que tenía un verdadero problema con mi timidez que suponía que no pudiera estar cerca de una chica sin ponerme a temblar y sentirme ridículo. Mi sexualidad sólo existía en mis fantasías, eso sí muy desarrollada, con mis compis de instituto, y sobre todo con mi adorada Sra. Amparo, o sea, bien acompañado en lo virtual, pero unilateral y manual en lo real, vamos que me mataba a pajas.
Alcancé la mayoría de edad sin, ni siquiera haber dado un beso a una chica, habiendo como ha había, según mis amigos, chicas ...