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La familia de la playa
Fecha: 01/05/2025, Categorías: Incesto Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos
No es que nos haga mucha gracia el sol. Así que cuando vamos a la playa bajamos tarde por que ambos nos quemamos con facilidad. A Marcos le gusta bañarse y nadar algo en el mar. A mí lo que me gusta es simplemente tumbarme en la arena con el bikini mas pequeño que tengo y quedarme adormilada o ver al resto de la gente y sus cuerpos casi sin nada que los cubra. El sol iba bajando y alrededor casi todo el mundo empezaba a recoger y marcharse. Mientras que nosotros queríamos ver la puesta de sol y quizá disfrutar de un rato de caricias y de meternos mano en la arena y el agua a la luz de la luna. No muy lejos solo quedaba una pareja de cuarentones como nosotros, con su hijo, un guapo chaval de más de diez y nueve que no habría cumplido los veinte. Me llamó la atención su cuerpo bien formado y su diminuto bañador. Pensaba que un chico así haría lo posible por librarse de sus padres y largarse de juerga a la disco mas próxima. Todo lo contrario, estaba de lo mas cariñoso tanto con ella como con él. Los tres aprovechaban cualquier descuido para acariciarse y tocarse tanto o mas que nosotros. Me pareció incluso que el chico le había estado metiendo mano a su madre por las tetas mientras le ponía bronceador. Pero suponía que eran solo imaginaciones morbosas mías. Y eso que el sujetador de ella aun mas pequeño que el mío solo le cubría los pezones y poco mas. A mí en cambio lo que se me había recogido era la braguita entre los cachetes del culo y hacia rato ...
... simulaba un tanga. Sabía que los dos o los tres, pues las chicas también nos fijamos en las demás, habían estado mirando en nuestra dirección. Yo también sabia que Marcos se había fijado en la poderosa delantera de nuestra vecina. Y pude que también hubiera estado mirando el cuerpo fibrado y sexy del chico. Como ni ellos ni nosotros hacíamos intención de marcharnos y eramos los únicos que quedábamos en la arena. Decidimos que era absurdo seguir fingiendo que nos ignorábamos por educación. Así que nos levantamos y fuimos a presentarnos casi al mismo tiempo que ellos habían pensado hacer lo mismo. Nos fuimos acercando mientras ellos se ponían de pie para recibirnos. Empezamos con naderías sobre lo bonita que estaba la Luna y lo buena del agua del mar. Para juntar las toallas y seguir charlando sobre nuestras vidas y de disfrutar de algún baño nocturno y de la playa solitaria. - Hola. Somos Marcos y Olga. - Buenas noches. Ha hecho un día estupendo. ¿Verdad? - Nosotros Juan, Sara y nuestro hijo Mario. Encantados de conoceros. - Un día genial de playa, sí. - Y gente muy guapa y sexy. - Si sobre todo vosotros. - Vosotros también estáis estupendos. - Y esa maravilla de chico. ¡Qué guapo es! - Modestia aparte. Me salió bien. Y tan dulce y cariñoso. - Ya me di cuenta que no se te despega. Juan, Sara y Mario el chico eran simpáticos abiertos y yo sospechaba que entre Mario y su madre, ¿solo con su madre? la ternura superaba lo meramente filial. No ...