1. Mi primer masaje tántrico


    Fecha: 19/05/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Gastonlemark, Fuente: CuentoRelatos

    Quedé literalmente doblado, el dolor en mi espalda era insoportable, tuve que dejar de atender y cancelar a todos mis pacientes.
    
    –doc... Ya le pedí una hora con el kinesiólogo, acá está la dirección, me dijo Kat con una sonrisa pícara... Mientras se miraba con Débora.
    
    Tomé el papelito doblado en 4 y como apenas podía caminar, pedí un Uber para que me llevara al lugar, le pasé el papel al chófer y me dejó en una casa no muy lejos de mi clínica, me bajé como pude y toqué el timbre.
    
    –hola? Contestó una voz femenina.
    
    –hola… dije aguantando el quejido, tengo hora a nombre de Gastón Lemark, mi secretaria la pidió...
    
    –¡pase! Dijo la voz y se abrió el portón automático...
    
    Cuando entré el olor a incienso y la poca luz de la sala me hicieron caer en el motivo de la risa de las chicas... De pronto apareció una mujer de cabellos castaño oscuro, vestía un delantal blanco de doctora que le llegaba hasta el pliegue de sus nalgas, abajo en sus piernas las ligas negras daban el contraste preciso.
    
    –disculpe, seguro es una confusión... necesito un masaje descontracturante.
    
    –la señorita con la que hablé me pidió un masaje tántrico... Me dijo la chica
    
    Dudé en seguir hablando, miré a la hermosa chica de rasgos exóticos y me fui a la camilla, increíblemente más aliviado de mi dolor. La señorita me hizo sacar la ropa, incluso me ayudó, sus manos estaban aún frías, cuando me abrió la camisa, se dio el tiempo de mirarme bien a los ojos mientras uno a uno mis botones se iban ...
    ... soltando.
    
    –¿es tu primera vez? Me preguntó con tono juguetón.
    
    Yo me sonreí sutilmente...
    
    –¿se nota mucho?
    
    –jaja, me dijo ella con una mirada penetrante y cara de estar planificando lo que me iba a hacer.
    
    Me guio suavemente con sus frías manos para recostarme en la camilla, yo desnudo y ella aún con su uniforma de trabajo, vertió un poco de aceite con olor a sándalo en sus manos y las friccionó para calentarlas, cuando puso sus manos en mi espalda aún se sentían frías, un movimiento involuntario de mi musculatura se lo hizo notar.
    
    –¡uy! Perdón, ¿están muy frías?
    
    –no te preocupes... le dije
    
    –¿acá te duele? Me dijo presionando exactamente el punto gatillo.
    
    A pesar del dolor, sentir la cercanía de la chica, me hacía incluso disfrutar ese dolor, mi musculatura tensa de la espalda le respondió un rotundo sí.
    
    La chica comenzó a masajear, de forma sutil hasta que poco a poco me fui relajando, la música de relajación con el sonido de olas y campanas, sumado al aroma del ambiente, ese silencio casi sagrado, los movimientos rítmicos que se emparejan con mis latidos, me sentí entrar en un estado de conexión con ella y con la vida misma, el dolor pasó, en su lugar una relajación profunda me llenaba el cuerpo y el espíritu.
    
    Cuando estaba casi al borde de dormirme la chica se detuvo y se sacó su uniforme, se puso a mi lado mientras abría el cierre de su delantal blanco inmaculado, no traía brasier, sus pechos dulces y discretos, caían como dos grandes gotas ...
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