Puta Putona RePuta
Fecha: 04/11/2018,
Categorías:
Anal
Famosas,
Masturbación
Autor: ZeuzMEXICO, Fuente: xHamster
SIGNIFICACIONES SUBJETIVAS DEL EJERCICIO DE LA PROSTITUCION“Mejor ser puta que limpiar baños de las señoras”El autor advierte que “la prostitución no tiene el mismo valor y el sentido para todas las mujeres que la ejercen”, y presenta el caso de una joven que vivía en una villa del conurbano bonaerense.Cuando se trabaja en casos extremos, la subjetividad del psicoanalista es fuertemente conmovida en función de sus propias historias. En este caso, se trata de una jovencita de una de las villas grandes del conurbano. Allí la conocí y trabajé con ella. Tenía 18 años, parecía mayor, ya era una belleza, una de esas chicas que no se puede dejar de mirar cuando pasan. Cuando la presenté, en un relato de la práctica en Psyche Anudamientos, la llamé Fermina, debido a una historia de mi propia familia. Mi padre tenía una prima, Fermina, que era corista del Maipo y prostituta de alto nivel. Me acuerdo de las visitas a la casa de ella, era un departamento bien puesto en el centro. Vivía con Marcial, que era un señor imponente. Era el amante de turno. Me llamaba la atención, yo tenía 5 o 6 años, que en mi casa, donde todos eran gente muy moral, fueran a la casa de ella a reuniones que eran muy cordiales; había una amistad. A veces ella venía a visitarnos en la pensión donde vivíamos. Para mí no existía el oficio más antiguo, yo no tenía idea, para mí era una bailarina del Maipo que yo nunca había visto bailar y que vivía con ese señor que nadie decía que fuera el esposo. Era todo un ...
... enigma para mí. Por esa prima de mi padre le puse “Fermina” a esta chica.Y me sucedió que, cuando quise escribir sobre la chica que llamé Fermina, no podía acordarme del nombre verdadero. Y eso que estuve en relación con ella un año entero, el año pasado. Además, no era una muchacha que pasara desapercibida ante mis ojos. Entonces, ¿por qué no me puedo acordar?, me pregunté. Sólo pude recordar su nombre cuando me acordé de que es el de otra familiar mía, jovencita también, de 16 años, muy querida. Eso me llevó a pensar en otro caso con el que trabajé en la villa, un muchacho con el que yo me había encariñado mucho, que está tomado por el paco, de vez en cuando roba, pero es un buen pibe. Y con él también me pasó lo mismo, no podía acordarme de su nombre. Me acordé: se llama Mariano; mi hija se llama Mariana. Me di cuenta de cuánto me cuesta soportar que chicos muy próximos a mí tengan los mismos nombres que estos chicos con destinos tan tristes. Bueno, me parece importante tener presente cómo nos conmueven estos casos, para discernir en qué se nos facilita o se nos dificulta trabajar.Mi encuentro con Fermina ocurrió la primera vez que fui a la villa, a una reunión con su familia en la que supuestamente ella hubiera estado: estuvo de un modo muy particular; nos pasamos toda la reunión bajo un griterío infernal desde la calle. Los hermanos, cuñados y la madre salían a cada rato a separar gente que se estaba peleando. Yo, que era novato, no tenía idea de lo que estaba pasando. Le ...