1. Otro trío sexual en la ducha, con Gonzalo y Diego (parte 5)


    Fecha: 03/06/2025, Categorías: Gays Autor: Dayenorius1, Fuente: CuentoRelatos

    ... de esperma en su interior, mientras él seguía meneando su cuerpo como un contorsionista y Diego jadeaba por las contracciones que la eyaculación provocaban en mi ano, dándome más y más pija hasta el fondo.
    
    Cuando me calmé y recuperé mi aliento, mi poronga se fue retirando del ano de Gonzalo, que se dio vuelta para besarme apasionadamente, mientras yo inclinaba mi cuerpo para recibir más adentro la poronga de semental de Diego.
    
    Cuando recobré un poco de lucidez, me separé de la boca de Gonzalo para besar su cuello, lamer sus pezones y besar sus pectorales y abdominales hasta llegar a su pija húmeda y recta como una estaca para empezar a chuparla al ritmo de las estocadas que Diego me propinaba. Siempre primero el glande en mi boca, para saborear la suavidad increíble de esa piel delicada y rosada y la dulzura del líquido pre seminal, para luego engullirme el tronco hasta que mi nariz tocaba su pelvis.
    
    Lo lamí, chupé, mamé y tragué rítmicamente al compás de la cogida de Diego tomándome de sus glúteos ...
    ... para sostenerme e instarlo a que me cogiera nuevamente por la boca. Lo hizo con suavidad que agradecí mirándolo a los ojos con deseo, sin dejar de comerme ese manjar de los dioses que me resultaba su maravillosa pija.
    
    Me cogieron varios minutos más hasta que Gonzalo aceleró un poco su ritmo, y acabó en mi boca algunos chorros de leche un poco más líquida que la primera vez en el vestuario, que tragué saboreándola con deleite, mientras oía los bufidos y jadeos del semental Diego que eyaculaba nuevamente en mi ano sin dejar de embestirme una y otra vez, como si no hubiera un después, gritando con voz sofocada hasta que se calmó y se quedó quieto en mi interior, dejándose atrapar su pija por mi ano contraído que no la quería soltar.
    
    Muy lentamente nos fuimos recuperando, nos enjabonamos y enjuagamos una vez más, casi agotados por el frenesí sexual que se había apoderado de nosotros. Nos besamos de nuevo, con más dulzura que lujuria, hasta que Gonzalo dijo que tenía hambre y que debíamos pedir comida al bar. 
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