100 pesos bien invertidos (parte 2)
Fecha: 03/06/2025,
Categorías:
Transexuales
Autor: JuanPablo82, Fuente: CuentoRelatos
Como les contaba el relato anterior, yo pasaba casi todas las noches por la zona de tolerancias, donde había de todo tipo de mujeres ofreciendo sus servicios, con lugar incluido y había tenido mi primera experiencia con una mujer transgénero por iniciativa de ella, de una manera un tanto sórdida pero excitante.
A la noche siguiente a ese encuentro volví a pasar por ese sitio camino al trabajo, aunque un tanto molesto por las consecuencias que había tenido: en mi billetera, pese a no traer nada de valor monetario a excepción de 100 pesos, llevaba mis identificaciones y algunas fotos y me desagradaba la perspectiva de tramitar de vuelta esos documentos. Había un grupo de mujeres frente a mí y, al menos esa noche, prefería pasar de largo, pero una de ellas se apartó, agitando algo a la altura de mis ojos. Honestamente no la reconocí, pues la noche anterior la había visto desmaquillada y en ropa normal.
No era así está vez, Morena (así le llamaremos por comodidad) iba completamente producida. Llevaba un ajustado vestido naranja con un escote generoso, medias de red y tacones. Frente a mí, agitaba mi billetera. "Somos casi vecinos, ¿sabes?" y me entregó la billetera intacta. "No te creí cuando mencionaste que no traías dinero. La verdad pensé que eras uno de tantos tacaños que pasan por aquí solo a morbosear a las chavas". Le sonreí con alivio, pues me acaba de ahorrar un par de mañanas tediosas de burocracia. "Y me imagino que otra vez no traes dinero". "Es que perdí la ...
... billetera", le dije con cierta ironía.
Me sonrío coqueta y me preguntó, directamente, si me había gustado. Yo no tuve empacho en confesarle que había sido mi primera vez con una mujer trans. "Se notó" me respondió "Pero espero que no sea debut y despedida, pues a mí también me gustó mucho". Se acercó a una compañera y le dijo que se tomaría un descanso, que le cuidara el sitio y comenzó a caminar. Yo no sabía a ciencia cierta si seguirla o no, pero ella, metros más adelante, me hizo un gesto con la cabeza que la siguiera.
Esta vez nos alejamos un poco más que la ocasión anterior. Yo no podía evitar ver su trasero, resaltado por su ajustado vestido. Ella, a sabiendas de ellos, lo meneaba con cierta exageración. De pronto entró en un lugar con las ventanas tapiadas pero con la puerta abierta. Era un edificio algo rústico, antigua biblioteca. Conservaba los anaqueles y, aparentemente, lo limpiaban seguido, pues no tenía la suciedad que esperarías de un edificio abandonado en una ciudad con tantos indigentes. Subimos una escalera y de pronto estuvimos en una habitación cuya puerta con cerrojo nos permitía cierta privacidad. Una ventana alta permitía la entrada de la luz del alumbrado público. Había un escritorio y unos archivadores viejos y vacíos.
Morena se sentó sobre el escritorio en un movimiento que hizo que su vestido se subiera y dejara al descubierto sus muslos y su ropa interior, también de red como sus medias. "No seas tímido, siéntate junto a mí", dijo. En cuanto ...