Échale la culpa a Río
Fecha: 07/06/2025,
Categorías:
Incesto
Autor: XOCHI, Fuente: CuentoRelatos
... su azulado y enorme sexo de mulato; pero ahora deseaba a mi hijo —esto me confundía, después de lo vivido en Buenos Aires me había convertido en su lujuria desatada, abiertamente a la excitación de sus deseos sexuales. El incesto ya estaba delante de nuestros bajos instintos.
Había leído por ahí: “que lo hombres traicionan porque está en su sistema genético. La mujer lo hace porque no tiene dignidad suficiente, y además de entregar su cuerpo acaba siempre entregando un poco de su corazón, Un verdadero crimen. Un robo. Pero asaltar un banco, porque, si algún día la descubren (y siempre lo hacen), causará daños irreparables a su familia. Para los hombres apenases un “estúpido error”. Para las mujeres es un asesinato espiritual de todos aquellos que la rodean de cariño y que la apoyan como madre y esposa”.
Sentí que Richard se fue a su dormitorio, a seguir leyendo, dejé la luz tenue que desde mi cuarto se reflejaba por el corredor, cuando siento que se acerca y escucha que me estoy duchando; pienso que mi hijo ya no lo era, ahora era un deseo, una trasgresión abierta de incesto, el deseo de una puta. —Me llama, —Lau—, siento en su voz el deseo del placer prohibido pero adictivo. Siento que vuelve a su cuarto y apaga la luz; yo me quedé pensando, mirando el vacío de un apetito erótico quizá irrealizable, —solo si él lo hubiera deseado al caer esa estrella—. La brisa ingresaba por la ventana, un resplandor de luna dejaba ver sombras en mi cuarto.
Voy hacia su cuarto y le ...
... hago sentir mi presencia, mi respiración busca provocarlo, no lo creo, pero siento que se está masturba con los ojos cerrados, ¿pensará en mí?, entro en su cuarto, le dejo adivinar mi figura dibujada en ese resplandor, siente mi perfume y abre los ojos, estoy sentada en la banqueta blanca, sosteniendo una copa, cubriendo mi pubis depilado. Encaramada sobre unas botas de caña alta, entreabro mis piernas y le dejo ver mi vientre apenas depilado, una tira delineada que baja hacia mi clítoris, mis senos escapando del negro soutien y un liguero sosteniéndose desde la tanga se me clava en la carne.
No me dice nada, me mira sensualmente, eróticamente lo provoco y levanto la copa hacia sus ojos, vuelve a cerrar sus ojos y se sigue masturbando.
Me incorporo y me acerco a él sobre mis botas —vamos a mi cama—, se resiste a la invitación, pero mi tanga perfumada le provoca un incontrolable temblor, su pija se rigidiza aún más, mis manos acarician sus piernas y él se atreve a rozar con sus dedos los marcados labios en mi encaje. Me mira y yo le regalo una sonrisa, lo tomo de la mano; se resiste un poco, pero lo que va a pasar cambiará nuevamente nuestras vidas.
No me habla, me observa, su dedo índice se introduce en mi boca, después otro más que succiono y salivo, lo hago callar. Sé que ya es imparable y ya no quiero que se detenga; mientras bajo mi mano acariciando su pecho acariciando su bóxer siento una erección que no cubren mis dos manos.
Dejo caer mis brazos y con ellos ...