La mamá de Joaquín, epílogo
Fecha: 14/06/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
El auto avanzaba de manera tan armoniosa que adentro del vehículo no se sentía la velocidad a la que iba. La ruta tres aparecía extrañamente desierta. Incluso considerando que aún no era hora pico, resultaba extraño ver tan pocos vehículos circulando.
Esto, que para cualquiera sería un alivio, a Joaquín lo incordiaba. Llegaría muy temprano a la cita. Como si no estuviera ya lo suficientemente nervioso y ansioso, debería esperar a que aquella persona llegara.
Subió el volumen del estéreo. Sonaba una canción de Black eyed Peas que ya había pasado de moda hace tiempo. Pero le sirvió para distraerse, al menos por unos minutos.
Cuando el semáforo se puso rojo, aprovechó para revisar el celular. No había ningún mensaje, y no tenía por qué haberlo, pero de todas formas ese detalle lo frustró.
A quinientos metros la ruta se curvaba pronunciadamente, y se unía con otra ruta. Estaba llegando a la legendaria rotonda del kilómetro veintinueve. Diez minutos más y llegaría a su destino.
González catán no había cambiado mucho después de una década. Una oleada de nostalgia sacudió su corazón. Ahí estaban los negocios y las casas humildes al costado de la ruta. El tren tocaba bocina y avanzaba en paralelo al auto de Joaquín. A medida que se internaba en el barrio, se veían más y más perros caminando por las veredas, con una libertad incluso mayor de las que gozaban las personas.
Llegó al centro de Catán. Pasó por la estación de tren, el supermercado “Delbanco”, el hospital, ...
... el cual parecía que en cualquier momento se vendría abajo, y finalmente estacionó frente a la plaza.
Su vieja casa, aquella en la que había vivido poco menos que medio año, estaba muy cerca. Le tentaba ir a ver cómo se encontraba, y quizás saber quiénes vivían ahí, pero de momento decidió no hacerlo.
Se cruzó de vereda. El lugar acordado era la heladería “Calculín”. Se sentó en una mesa para dos. Miró la hora en su celular. Faltaba más de media hora. Resopló, fastidiado. Aprovechó para ver su aspecto, usando la cámara del celular. Si había heredado algo de su madre, eso era la vanidad, y la capacidad de lucir bien en cualquier momento. El pelo rubio estaba muy corto, las cejas depiladas, la cara totalmente afeitada. Llevaba una remera blanca con un dibujo de los Beatles. Estaba delgado, y debajo de sus prendas se adivinaba un cuerpo ejercitado.
—Joaco. —dijo alguien.
Joaquín la miró. Era una chica rubia, de pelo largo, con un rostro bello y un tanto aniñado. Su cara estaba repleta de pecas, principalmente en su nariz y mejillas.
—Agus. —balbuceó él.
Muchas veces había pensado en qué sería lo primero en decirle. Quizá debiera empezar con un comentario amable. “Estás igual” le diría. Sin embargo, esa frase le resultaba muy trillada y poco natural. Tal vez fuera mejor largar un chiste, pensó otras veces. Pero no era una persona muy ocurrente que digamos, así que era mejor pensar en otra cosa.
Se puso de pie. Cuando acordaron verse, se le ocurrió la absurda ...