1. ¡Rico!


    Fecha: 19/06/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Ishtar, Fuente: CuentoRelatos

    ... excompañero de la licenciatura quien coge muy rico, pero no le gusta el sexo oral. No lo da ni lo recibe, “porque es antihigiénico” y yo me quedo frustrada. Quise ser fiel y me resistí a volver a sentir la lengua deliciosa de José en mis labios, haciéndome venir a chorros, cada vez que lo hacía. “No, no quiero ponerle los cuernos a mi marido” le decía a José cuando empezaba a recorrer mi cuerpo con lascivia. Él se detenía, aunque yo, por dentro deseaba que siguiera. “Quizá después, cuando esté en la menopausia”, le decía sabiendo que a él no le gusta ponerse condón.
    
    Así, cuando el doctor confirmó que ya no había manera de embarazarme, decidí ponerle el cuerno a mi esposo (así le digo, aunque no esté casada con él) y le pedí a José que me atendiera en su departamento. “Es peligroso…”, me dijo. “Me arriesgaré”, le contesté.
    
    “¡Rico, rico, rico, riquísimo! ¡Gracias!, me trataste como nadie lo había hecho”, le dije llorando después de venirme intensamente con la lengua. Acabé muchas veces y también tuve los trenecitos de orgasmos y quiero contarlo.
    
    Empezamos con las tetas, ¡claro! Me fue desvistiendo sin que su boca me soltara los pezones. Me tumbó, literalmente, en la cama y su boca lamió mi panza. Paseó la lengua por toda mi redondez mientras me masajeaba las chiches. "¡Qué ricas chichotas tienes!", me decía amasándolas cuando la lengua llegó a mis pelos. Abrí las piernas exigiendo mamadas en mis labios y clítoris. José lo hizo... ¡Qué sublime, mi primera venida de ...
    ... no sé cuántas! Cuando pedí descanso, se puso de pie para ver mi cuerpo y encuerarse.
    
    ¡Qué pito tan hermoso! Normal, 15 cm, muy hinchado, seguramente se había tomado un viagra para ayudar a sus 73 años. Mis 55 años soltaban ganas de quinceañera. ¡Cógeme!, exigí abriendo más las piernas. Me volteó bocabajo, me nalgueó un poco y, después de flexionar mis piernas para que mi grupa quedara en vilo, me penetró desde atrás, agarrado firmemente de mis tetas, besándome la espalda, lamiéndome el cuello como si yo fuera una yegua. Se movió divino y tuve dos orgasmos más, el grito que di en el segundo, seguramente lo escucharon muchos de sus vecinos. La cabecera de la cama golpeaba la pared siguiendo el ritmo de las embestidas. Quedé agotada, jalando aire por la boca, pero disfrutando su turgencia en mi interior.
    
    Se salió de mí, me puso boca arriba y volvió a chuparme el pecho mientras que con su mano me hacía una paja. Me besó como nadie me ha besado, sin dejar de pajearme y metiendo la otra mano bajo mis nalgas para masajear mi ano. ¡Volví a venirme!
    
    Lo besé como loca metiéndome la verga en la panocha. Lo monté y lo cabalgué como posesa hasta que caí rendida. Me di cuenta que José no se había venido y le pregunté qué pasaba. "Sólo lo hago para que veas cuántos años de felicidad te perdiste impidiéndome que te cogiera porque te embarazaría". "¡Perdóname, no creí que pudieras controlarte tanto!", le dije y volví a besarlo antes de dormir un poco.
    
    Me desperté cuando mi marido ...