Tormenta de sexo
Fecha: 24/06/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Tristante, Fuente: CuentoRelatos
... mano se precipitó, a agarrarse a mi miembro que, en esos momentos, ya había reaccionado a las atracciones que ella me transmitía con respetables tamaño y dureza. Mientras, mis manos navegaban todo su cuerpo, entre la marea alta de sus pechos y las frenéticas profundidades de sus nalgas.
Desabrochando mi pantalón abrió su boca en la que se metió mi pene rodeándolo con su lengua y poniéndolo al máximo de tamaño. Bajé con dificultad mis pantalones y mi bóxer mientras la observaba, desatada de excitación, pero inflexible en no dejar escapar su presa.
Sin dejar de acariciar todo el glande, su caliente lengua húmeda se lanzó tronco abajo hasta llegar a los testículos, que lamió con ansia, comiéndolos enteros uno después del otro sucesivamente.
Por mi parte, apenas podía soportar la tortura del indescriptible placer que me producían su mano y su lengua, llevando mi polla a su máxima erección.
Intentando evitar correrme, tiré de su melena hacia atrás para liberar mi falo de tan placentero castigo. Durante su escapada, entrecerrando su boca, hizo rozar sus dientes con mi tronco provocando un leve dolor que me elevó a límites de descontrol, nuevos e inimaginables.
Me sonrió y me sentí la persona más dichosa y amada del mundo, y, a la vez, con la más decidida voluntad de mostrarme y resultar el mejor amante.
Haciendo hábil y rápidamente su asiento hacia atrás y tumbando su respaldo, me arrodillé delante de ella y sumergí mi cabeza entre sus muslos, apartando su ...
... bikini con ansia hasta llegar con mi boca a la superficie de su clítoris y la entrada de su vagina.
Mi lengua chupaba ansiosa, y ahora eran mis dientes los que rozaban con firmeza su coño mientras la punta de mi lengua flotaba entre sus labios mayores y menores.
No tardó en guiarme claramente con sus gemidos que, pronto, se convirtieron en soeces palabras que me enardecían y mantenían mi erección en su máximo exponente.
Mis dedos empezaron a bucear todo el interior de la su caliente cueva, convirtiendo sus gemidos en profundos suspiros de excitación ansiosa.
Sentí su punto de no retorno cuando sus piernas se tensaron de tal manera que me presionaron fuertemente la cabeza mientras su voz solo resonaba con un “¡siii, no pares, no pares, ahora, sigue, siii!”, hasta surgir de su gutural garganta un gemido ronco acompañado de una estampida de sus flujos empapando toda mi cara.
Totalmente fuera de mí, desplacé mi cuerpo hasta poner mi polla a la altura de su sexo, y penetrándola con una violenta embestida, obtuve la inmediata recompensa de su grito de abandono con el que me entregaba todo su ser para la eternidad. En ese momento, la inundé con mi semen y entramos solos y juntos a ese mundo creado por y para nosotros dos. Los empañados cristales del coche habían sido testigos de ese momento de sexo y placer bestial entre nosotros.
Mirándonos a los ojos con inmensa ternura y suave sonrisa, de una sola vez, en una plenitud de paz compartida, sólo alcanzamos a susurrarnos ...