Una ayuda...
Fecha: 10/07/2025,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Había sido un día largo de trabajo, primer día de trabajo y ya estaba cansado de presentarme, la frase "Hola, me llamo Samuel, soy de recursos humanos" resonaba en mi cabeza una y otra vez.
Entré a mi departamento que compartía con tres personas más, y fui directo a la cocina, agarré las sobras de la cena que tuvieron ellos y me senté en la barra desayunadora. El departamento estaba muy silencioso lo cual me pareció raro, siempre había música de fondo o voces, pero luego recordé que eran la una de la madrugada en pleno día de semana.
Termine de comer y deje las cosas para lavar.
El departamento no era grande, tenía la cocina/comedor y dos habitaciones con cada una su baño privado. Estaba yendo para el cuarto que compartía con una de las personas que vivía conmigo y algo me hizo pararme en seco en mi lugar. En la segunda habitación era de Mateo y Delfina, era lo suficientemente grande por lo que podían tener dos camas y suficiente lugar para sus cosas, y ellos antes de convertirse en compañeros de amigos eran compañeros de la facultad, gracias a mi los dos se conocieron y gracias a Mateo compartimos el departamento. Pero lo que me sorprendió fue escuchar gemidos de esa habitación, sabían que se llevaban bien, pero Delfina me había dicho en varias ocasiones que no se sentía atraída por Mateo y era poco probable que tuvieran un problema sexual. Pero los ruidos que estaba escuchando era claro que estaban teniendo sexo, mi cabeza se imagino a Mateo desnudo dandole por ...
... atras y se me puso dura.
—Mierda —insulte por lo bajo cuando vi el bulto en mi pantalón.
Necesitaba calmarme. Si, era gay, Mateo era heterosexual, pero eso no significaba que no podia ponerme duro un heterosexual. Caminé hasta el cuarto que compartía con Adam y abrí la puerta. Él estaba durmiendo, y era mejor así, podía ser muy vergonzoso que me vea el bulto y tener que explicarle o esquivar el tema. Me cambié de ropa rápidamente para dormir y me acordé, pero de mi cabeza no se iba la imagen que me había imaginado de Mateo. La tenía tan dura que me dolía. Miré a Adam, como nuestro cuarto era chico teníamos que compartir la cama de dos plazas y como nos conocíamos desde hacía años, no había ningún problema. Además él era disexual, es decir, que solo podía tener deseo sexual por una persona que tenga un vínculo amoroso. Me puse de espaldas a Adam y deseé que ese día estuviera tan cansado que no se diera cuenta del movimiento.
Empecé a pajearme, pero a medida que pasaba el tiempo y notaba que el orgasmo no llegaba me ponía más nervioso y desesperado. Aumente el ritmo de la paja al máximo, pero no podía acabar, necesitaba algo más.
De repente, sentí a Adam moviéndose en la cama y su cuerpo pegándose al mio. Me quedé immovil, sin saber qué hacer.
—¿Te doy una mano? —me preguntó al oído.
Su voz dormida, su cuerpo pegado al mío y su mano apoyada en mi cintura me dejaron sin hablar. Quería decirle que si, estaba tan caliente que no me importaba que mi amigo de toda la ...