1. Sin palabras


    Fecha: 19/07/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... sus chanclas playeras. "Verás, Marta, creo que estoy enamorado"; ¿Y?"; "De ti". Marta dio un respingo. Así, de pie como estamos en el rellano de la escalera, Marta pudo caerse si no la abrazo. La he abrazado, sí, y también la he besado en los labios. Marta ha puesto la palma de una mano abierta sobre mí nuca y me ha apretado para que nuestras lenguas estuviesen más cerca. Sus ahogos se han mezclado con sus gemidos de satisfacción y todo esto lo he interpretado como una señal inequívoca de aceptación por parte de ella; así que, abrazada como la tenía, he conducido a Marta al interior de mi casa, a mi dormitorio. Marta se ha desvestido con prontitud en la penumbra: la persiana bajada solamente permite el paso atenuado de los rayos de sol entre las rendijas. He encendido la lamparita de la mesita de noche para ver a Marta mejor. Tal como imaginaba, su cuerpo es delgado aunque bien proporcionado. Sus tetas son pequeñas, lo cual me ha permitido metérmelas enteras en la boca, primero una después otra, y salivarlas con dulzura. Esos pequeños pezones se han puesto duros y me han hecho cosquillas en el paladar. Marta se ha tumbado de espaldas sobre el colchón y ha abierto sus muslos. Entre estos, mi cabeza ha buscado y mi lengua ha encontrado la humedad de su coño. "Aahh, aahh, aahh", oigo que Marta suspira. Pero mis ganas son muchas. Así que no me demoro en preliminares y monto a Marta. La suavidad de su piel me estremece; su perfumado aliento me excita; el tono de sus dulces ...
    ... quejidos me abrasa. Arremeto con toda mi fuerza varonil. Marta grita; grita..., grita. El semen sale propulsado.
    
    "Bueno, ¿y tu mujer?", Blanca ha venido a verme. "Trabajando, limpiando..."; "Has tenido suerte..., una mujer trabajadora..., no como yo, ¡ja!", ha reído Blanca; "Claro, no como tú..., tú no necesitas trabajar, estás buena"; "Hombre, no, sí trabajo, a mi modo". Contemplo los muslos bronceados de Blanca que asoman bajo su falda y me digo que sí, que Blanca sí trabaja, siempre ha trabajado, se ha especializado en seducir a hombres con pasta y le funciona. Estamos sentados en el sofá cómodamente. Yo no llevo camiseta; ella opta por estar a mi altura y se ha quitado la camisa y el sujetador dejando libres sus hermosas tetas, también bronceadas. "¿Follamos?", pregunta Blanca, "ahora eres tú el que pone los cuernos", apostilla; "Lo tuyo y lo mío no se pueden llamar cuernos". Blanca ríe. "¿Te pondrás a hablar mientras lo hacemos?", pregunto; "He descubierto que si es por el culo, no hablo"; "Pues por el culo". Blanca se ha incorporado, se ha bajado las braguitas y ha apoyado sus manos en el respaldo del sofá. "¡Vamos, qué esperas!", me ha apremiado. Me he levantado y me he situado tras ella; me he bajado el calzón, he levantado el volante de su falda, he empuñado mi polla, la he dirigido a su agujerito y la he penetrado. "¡Ah!", ha soltado Blanca. Mi polla avanza y retrocede entre los lozanos pliegues de su culo. Mi glande entra en una feroz efervescencia. "¡Ah!", ha vuelto a ...