1. El concierto, la prima Yolanda


    Fecha: 25/07/2025, Categorías: Incesto Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos

    Han llamado a la puerta y me han pillado saliendo de la ducha.
    
    —¡Al diablo!
    
    Pensé, me anudé una toalla a la cintura y sin secarme, con la piel húmeda fui a abrir. Hace tanto calor que las gotas que me cubrían podían ser de agua o sudor.
    
    En la puerta, en medio del jardín delantero de la casa, entre las flores, como la más bonita de ellas, estaba mi prima Yolanda. La chica llevaba un vestido veraniego de tirantes, cortito y con un escote espectacular.
    
    Hacía una temporada que nos veíamos, ella vivía en la capital y yo en el pueblo. Y lo último que esperaba era su visita esa calurosa mañana de verano. Menos aún vestida así.
    
    Por el escote se aprecian unos senos bonitos, amplios, casi diría maternales y unas piernas largas y firmes saliendo de la corta falda. El entallado vestido marca su vientre plano y cuidado con largas horas de gimnasio.
    
    Sinceramente no me importa la razón de su visita, tener delante de mí a una de mis musas de mis pajas de adolescente ya es lo bastante agradable. Aunque en esa época nunca conseguí hacer nada con ella evidentemente. Me sacaba quince años más o menos y ella me veía como un crío.
    
    Su vista parece recorrer mi cuerpo unos segundos más de lo que habría sido educado. Eso no me importa. Le indico que pase delante de mí para poder echarle un vistazo a su culito. Lo menea bien, pienso, mientras la sigo hasta mi cocina.
    
    Abro el frigorífico para sacar agua que le ofrezco y le pido que saque unos vasos del armario que tiene a su ...
    ... espalda. Al estirar el brazo su axila depilada recibió un rayo de sol y el perfil de un pecho perfecto dejó su sombra sobre la puerta blanca de la nevera.
    
    Incluso me pareció durante un segundo ver el pezón marcado, duro, saliente. Los míos al descubierto empiezan a destacar también duros por la excitación.
    
    Y entre mis piernas algo reacciona. Veo los ahusados muslos que puedo contemplar casi hasta las duras nalgas al estar ella inclinada sobre la encimera y gracias a lo corto de la falda de su vestido. Cogió los vasos y se giró y la vista de su escote y su bonita cara es aún más impresionante.
    
    Me distraigo con la visión de su cuerpo y apenas prestaba atención a lo que me decía. Ella se da cuenta de ello porque también me mira a mí. Porque se recrea en mis pezones erizados, en los pectorales y en el vientre plano, en la consistencia que mi polla empieza a tomar bajo la toalla y en donde están clavados mis ojos.
    
    Sonríe, se toma mis atenciones como un halago, por suerte. Un movimiento del hombro y el tirante resbala por su hombro liberando un poco más de su pecho de la liviana tela. Esa teta con la que hasta ahora sólo había podido soñar.
    
    Sin tocarlo mi pene empieza a levantar la toalla, el nudo se está aflojando, si no hago algo quedaré desnudo en un momento. Elijo no hacerlo, dejar que la poca tela que me cubría hiciera lo que quisiera.
    
    A contraluz su cabello rojizo rodea su rostro enmarcándolo en un halo brillante. Al resbalar la toalla por mi vientre despacio se ...
«123»